Este barco pesquero de 330 toneladas y 60 metros de eslora terminó encallado en el centro de un pequeño pueblo japonés, arrastrado por la fuerza del agua del tsunami que arrasó el país en 2010.
Las olas de hasta 40 metros destruyeron todo a su paso y empujaron casas, edificios, autos y barcos. El Kytokumaru terminó desplazado a más de un kilómetro del puerto donde se encontraba varado, y se convirtió en un símbolo de la catástrofe. Turistas y curiosos llegaban a la zona para observar las huellas de aquel desastre. La embarcación también se transformó en un templo de peregrinación para los afectados.
Víctimas y familiares crearon a su alrededor santuarios en honor a las pérdidas humanas. Pese a que las autoridades locales pretendían conservar el barco, fueron los ciudadanos de la localidad quienes decidieron, por votación, que desapareciese.
El 68% de las personas aseguró que la nave representa un mal recuerdo que prefieren olvidar. Por ello ha comenzado su desmantelamiento pieza por pieza. Se calcula que tardarán 6 semanas en terminar con la tarea de trasladar el barco a otro lugar.