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Egipto se prepara para la tormenta de protestas

Un año después de la investidura del islamista Mohamed Morsi, primer presidente de la democracia de Egipto, la oposición quiere forzarle a que abandone el poder.

Cristián Jara

Domingo 30 de junio de 2013

Ha pasado un año desde la investidura del islamista Mohamed Morsi, primer presidente de la democracia de Egipto, y el país se prepara este domingo para una muestra de fuerza por parte de la oposición, que ha convocado manifestaciones en todo el país con la intención de forzarle a que abandone el poder.

Los egipcios y las fuerzas de seguridad se prepara para unas manifestaciones que podrían determinar su futuro, dos años después de que el pueblo derrocara al dictador Hosni Mubaraky que gobernó por 30 años. Ahora la democracia está paralizada por las divisiones profundas.

Dos manifestaciones de protesta tendrán lugar hoy en El Cairo, la capital, hasta la icónica plaza de Tahrir, símbolo y epicentro de la revuelta de 2011, hasta el palacio presidencial,  que ya ha sido fortificado y protegido por las fuerzas del orden.

Estas marchas las ha convocado Tamarod  (en árabe, "Rebelde"), un movimiento de activistas que dice tener ya en su poder 22 millones de firmas pidiendo la dimisión de Morsi.

Las protestas previas fueron débiles pero estas podrían no serlo. Por ello el Ejército advirtió de que podría intervenir si los políticos seguían bloqueados y la violencia entraba en una espiral sin control.

Con el ejército a la espera y las potencias mundiales temiendo que la violencia pudiera empeorar la situación en Oriente Próximo, los Hermanos Musulmanes de Mursi y aliados radicales han prometido defender lo que ellos dicen que es el orden legítimo.

Varias personas han muerto, entre ellas un estudiante estadounidense, y cientos han resultado heridas en días de protestas callejeras.

Mursi dice que sus oponentes son "malos perdedores" respaldados por "gamberros" de la vieja policía secreta de Mubarak.

La crisis económica profundizada por los disturbios y la parálisis política podría provocar que menos egipcios se unieran a las manifestaciones. Pero también muchos están cansados de los disturbios y son escépticos con las demandas de la oposición de que reiniciar las normas de la nueva democracia es mejor que servirlas.

La preocupación por una posible guerra civil está latente.