"Tan pronto como este jueves".
Así de inminente podría ser la intervención militar de Estados Unidos contra Siria, según revelaron a la cadena NBC altos funcionarios en Washington.
Los bombardeos durarían "tres días" y serían limitados en sus objetivos, destinados más que nada a enviar un mensaje al dictador sirio, Bashar Al Asad, acusado de causar un baño de sangre entre sus compatriotas durante una guerra civil que dura ya más de dos años.
Esta información surgió tras una nueva ronda de "diplomacia telefónica" del presidente, Barack Obama, y su administración, que incluyó al primer ministro australiano, Kevin Rudd, y al presidente francés, Francois Hollande, el lunes; mientras que el secretario de Estado, John Kerry, habló con el secretario general de la ONU Ban Ki Moon, así como con líderes políticos de países como Reino Unido, Jordania, Turquía, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar.
El secretario de Defensa, Chuck Hagel, confirmó a la cadena británica BBC que la maquinaria militar estadounidense estaba "lista" para actuar en el mismo momento que recibiera la orden de la Casa Blanca.
Además de la flota que tiene desplegada EE.UU. en el Mar Mediterráneo, ha trascendido que se ha pedido permiso para utilizar las cercanas bases de Souda, en el oeste de Creta, y el aeropuerto de Kalamata, en la península griega del Peloponeso.
La estrategia de bombardeos limitados fue elaborada por el Pentágono hace ya varios meses, incluyendo "objetivos potenciales que incluyen fuerzas de alto valor para el régimen en defensa aérea, aviación, tierra, misiles y fuerzas navales, al igual que instalaciones militares de apoyo y centros de mando", según especificó el general Martin Dempsey, presidente de la Junta de Jefes de Estado, en una carta enviada en junio al Congreso. "Podríamos usar ataques aéreos y con sistemas de misiles según nos convenga", agregó, según The Washington Post.
Esta opción obligaría al despliegue de "cientos" de barcos de guerra, con un coste de "miles de millones", según precisó Dempsey, por lo que las opciones que ahora baraja la Casa Blanca serían más rebajadas y diseñadas más bien como un mensaje directo a Asad para que evalúe las catastróficas consecuencias que podría tener para su régimen seguir adelante con la matanza de sus compatriotas.