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Papa en Líbano

Benedicto XVI llega a un país dividido y sacudido por la guerra en la vecina Siria.

Mariángel Calderón

Viernes 14 de septiembre de 2012

Nueva visita pastoral de Benedicto XVI, en esta ocasión a la siempre convulsa región de Oriente Medio.

El Papa arribó este viernes a Líbano para realizar una visita de tres días al país, pese a los temores sobre su seguridad, ya que la guerra civil que vive la vecina Siria está dejando sentir sus efectos en el complejo tapiz étnico y religioso del "país del cedro".

"Es muy importante el equilibrio entre cristianos y musulmanes. Hay que preservarlo y tiene que ser ponderado", dijo el Santo Padre a su llegada a Beirut, donde cumplirá con una apretada agenda, en la que se espera que haga un llamado para la pronta solución del conflicto armado en Siria, que ya ha cobrado la vida de más de 17 mil personas.

Debido a que la visita transcurre a sólo pocos kilómetros del conflicto bélico sirio, la seguridad del Benedicto XVI se ha convertido en motivo de gran preocupación.

En entrevista con el diario El Mundo, Paolo Dall'Oglio, religioso jesuita expulsado por el régimen de Bashar al Asad, señaló que nunca se había realizado un viaje papal "en una situación tan dramática. Es arriesgado tanto por razones de seguridad como políticas".

Pese a esto, El Vaticano, aseguró que "el viaje de Benedicto XVI nunca ha estado en cuestión". Según publica Rtve.es, un vocero de la Santa Sede explicó que "todos han manifestado su satisfacción por la llegada del Papa y se encontrará un clima de cordial bienvenida por parte de todos los exponentes de la realidad libanesa".

En la primera visita del Pontífice a la zona, se espera que realice una reflexión en torno a la disminución de la comunidad cristiana en la región. Además, se ha especulado que podría visitar a los refugiados sirios que se encuentran en el país.

Líbano es un complejo país partido entre varias confesiones. Los cristianos maronitas, que han visto muy mermada su antigua superioridad demográfica y de influencia. Los chiítas, que controlan principalmente el sur del país y no dudan en exhibir su fuerza gracias a su milicia armada Hizbolá. Además están los musulmanes sunitas y los drusos, una secta minoritaria y más reclusiva.

El tradicional control de Damasco sobre la vida libanesa siempre es materia de preocupación en la comunidad internacional, así como de continua fricción con Israel, en primera línea de un frente alimentado por las armas y los recursos que llegan desde Irán, que no oculta sus deseos de que el Estado hebreo desparezca.

Esta es la realidad fraccionada y potencialmente explosiva que encontrará el Papa en este territorio.