Todo comenzó en mayo de 2011, cuando un pequeño de 10 años mató a su papá de un disparo en la cabeza mientras dormía. Desde entonces está en un centro de detención juvenil a la espera de un polémico juicio en Riverside, California.
El caso tiene una serie de complicaciones, ya que el padre del menor era un fanático neonazi de 32 años, por lo que se debe analizar si estaba sometido a algún ambiente de violencia que haya motivado el crimen. Además, el código penal californiano indica que los menores de 14 años no pueden ser acusados de delitos si no se establece claramente que "conoce su ilegalidad".
El fiscal Michael Soccio ha asegurado que el asesinato no tiene relación con las tendencias racistas y xenófobas del padre, sino con el hecho de que éste habría castigado y golpeado al menor el día anterior al crimen.
"Está planeado y premeditado, por lo que se trata de un asesinato", dijo Soccio, según consigna ABC.es.
La defensa del pequeño, en tanto, indica que él estaba expuesto a "condiciones tóxicas". Su papá estaba desempleado y lideraba en la costa oeste de Estados Unidos del Movimiento Nacional Socialista, la mayor organización neonazi del país.
El día antes de morir, el hombre encabezó una reunión con miembros del grupo en su casa, donde se jactó de haberle enseñado a su hijo a disparar y utilizar equipos de visión nocturna.
Según cuenta The New York Times, el niño sufre problemas neurológicos y psicológicos que fueron agravados por la exposición a la violencia neonazi y el maltrato físico en su hogar, por lo que el juez deberá decidir si él podía entender la diferencia entre el bien y el mal.
Este tipo de violencia es inusual en California, ya que entre 1976 y 2007 se han realizado sólo 16 arrestos de menores de 11 años por estar involucrados en la muerte de alguno de sus padres.
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