Las familias de tres soldados han iniciado hoy su batalla legal contra el Ejecutivo británico, alegando que podrían haber sobrevivido si el Ejército les hubiera proporcionado un mejor equipamiento.
Los tres soldados fallecieron tras el estallido de una bomba al borde de la carretera por donde realizaban patrullas en vehículos armados entre 2005 y 2007.
Según la demanda, sus muertes representan una violación de su derecho a la vida conforme a la Convención Europea sobre Derechos Humanos, y aseguran que sus muertes podrían haber sido evitadas con un entrenamiento y la tecnología adecuada.
El ministerio de Defensa británico discrepa y asegura que los soldados murieron en combate en Irak.
Casos como este son investigados profundamente en Gran Bretaña, donde muchas personas se opusieron a la acción militar contra Irak. Si los parientes tienen éxito en su demanda, el caso podría extenderse a todos los soldados británicos fallecidos en combate y abrir el camino a miles de reclamaciones de compensación.
El Tribunal Supremo afirmó anteriormente, en junio de 2011, que los soldados difuntos no se encontraban dentro de la jurisdicción británica durante su muerte. Otro alto tribunal aseguró que la jurisdicción británica sólo se aplica mientras los combatientes están dentro de campos militares.