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La carta que dejó Alan García a su familia antes de morir y que su hija leyó en su velorio

Luciana García Nores reveló las últimas palabras del expresidente peruano antes de despedirlo.

24Horas.cl Tvn

© Reuters

Viernes 19 de abril de 2019

La hija del expresidente peruano Alan García, Luciana García Nores, reveló durante su velorio la carta que le dejó a ella y a sus hermanos antes de suicidarse.

El exmandatario estaba siendo velado en la Casa del Pueblo cuando la mujer decidió dar a conocer el escrito que su padre le había dejado, donde expone sus motivos para quitarse la vida, según publica El Comercio.

Recordemos que García se disparó cuando fueron a detenerlo en el marco de la investigación por corrupción durante su segundo gobierno, el que se enmarca en el Caso Odebrecht.

Revisa la carta leída por la hija de Alan García aquí:

“Cumplí la misión de conducir el aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social. Creo que esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento.

Por eso y por los contratiempos del poder, nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de treinta años. Pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente, porque nunca encontrarán más que sus especulaciones y frustraciones.

En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no para encontrar verdades.

Por muchos años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje mis enemigos era argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias.

No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riqueza. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material. Nunca podrá haber precio suficiente para quebrar mi orgullo de aprista y de peruano. Por eso repetí: otros se venden, yo no.

Cumplido mi deber en mi política y en las obras hechas en favor de pueblo, alcanzadas las metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos.

Por eso, le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros, una señal de orgullo. Y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse.

Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes”.