Según algunos testigos y supervivientes, la tragedia de Lampedusa podría haberse evitado. Pero al menos tres grandes pesqueros pasaron de largo sin auxiliar a las víctimas. Decidieron no ver la embarcación en llamas, dejando tiradas a cientos de personas en mitad del mar. El resultado, más de un centenar de fallecidos y otros tantos desaparecidos, tragados por el agua.
La polémica actuación de estas embarcaciones ha despertado una nueva polémica en Italia, acentuando el debate sobre la inmigración. Algunos pescadores se defienden y ponen como excusa los antecedentes legales ocurridos en el país.
La propia alcaldesa de la localidad de Lampedusa, Giusi Nicolini, advertía de las razones que podían haber motivado esta desatención en una entrevista al diario italiano La Repubblica: "Los pesqueros no auxiliaron al barco por miedo a ser procesados por favorecer la inmigración clandestina".
Existen precedentes de condenas de tribunales italianos a pescadores que sí decidieron salvar vidas, acusados de un delito de "colaboración con la inmigración ilegal".
En el año 2007, siete pescadores tunecinos rescataron a 44 supervivientes de un naufragio, en el estrecho de Sicilia. Los pescadores trasladaron a los inmigrantes a las costas de Lampedusa. Finalmente, fueron acusados de "ayudar a la inmigración ilegal" por el tribunal de Agrigento.
La actual norma vigente choca frontalmente con el deber de socorro. Por ello, en muchos casos, la omisión de socorro se produce por miedo a las represalias judiciales.
El marco legal italiano, cuya piedra angular es una vieja ley que aprobó el ex primer ministro Silvio Berlusconi, la famosa ley Bossi-Fini, ha sido denunciada en varias ocasiones tanto por la oposición como por las autoridades europeas. El Constitucional italiano incluso la declaró parcialmente ilegal por considerarla una "ley racista". La ley prevé penas de cárcel para aquellas personas que presten ayuda a inmigrantes ilegales.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados calcula que solo en aguas italianas han muerto cerca de 3.000 inmigrantes tratando de llegar a la costa entre 2006 y 2011.