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La primavera que derribó a Mubarak

En febrero de 2011 las manifestaciones popular en Egipto hicieron imposible la continuidad de su régimen de tres décadas.

Juan Jose Ulloa

Martes 19 de junio de 2012

Hosni Mubarak, el inamovible líder que gobernóEgipto durante casi 30 años, se finalmente encontró el año pasado con unafuerza irresistible: su propio pueblo.

El 11 de febrero de 2011, en un par de lacónicasoraciones, el que era su vicepresidente, Omar Suleimán, declaró que el líder habíarenunciado, 18 días después del inicio de las masivas protestas contra suGobierno.

Egipto estalló en júbilo, en una abiertahumillación para un hombre que siempre se presentó como una figura paternabenigna e incansable que protegía la estabilidad de su país y trabajaba para elbienestar de su pueblo.

Su caída, bajo una feroz presión de manifestantespro democráticos en todo Egipto, aparentemente fue orquestada por el Ejércitodespués de que perdiera la confianza en su capacidad de resistir al movimiento.

El ex jefe de la fuerza aérea, que había prometidono huir de Egipto y "morir en su tierra", trató de salir del país consu familia.

Muy confiado y ocultando todo atisbo de duda,Mubarak nunca pareció percibir el profundo odio popular que generó en estos 30años.

En un último intento desesperado por eludir loinevitable, entregó sus poderes a Suleimán, pero se negó a renunciar antes dela elección presidencial de septiembre. Su mensaje tuvo un tono condescendienteque enfureció aún más a los manifestantes.

Mubarak había dicho que planeaba "cumplir consus responsabilidades" hasta que su corazón siguiera latiendo. Peromillones de airados egipcios pusieron fin al sueño del líder autocrático.

La inquebrantable voluntad popular, que desafió elvasto aparato de seguridad que apuntaló su poder, probablemente haya convencidoal Ejército de que era hora de cerrar el telón de la era Mubarak.

La lucha por derrocarlo sumió a Egipto en laincertidumbre, tras décadas de un represivo estancamiento.

Sus seguidores tenían una serie de argumentos paraapoyarlo: que salvó a Egipto del caos después de que militantes islamistasasesinaran a su antecesor en 1981, que mantuvo al país alejado de la guerra,que restableció las relaciones con el mundo árabe tras el tratado de paz conIsrael en 1979 y que, tras largas demoras, permitió que su Gobierno abriera laeconomía para estimular el crecimiento.

También logró suprimir a una persistenteinsurgencia islamista en el sur de Egipto en la década de 1990, después de quemurieran 1.200 personas.

Pero su tozudez para cambiar el corrupto yautoritario sistema que heredó finalmente le jugó en contra.

Mubarak nació el 4 de mayo de 1928 en el puebloKafr el Moseilha, en el Delta del Nilo. Ingresó en la academia militar en 1947y optó por la fuerza aérea, por lo que recibió entrenamiento en la UniónSoviética, donde aprendió a pilotar aviones.

En 1967 fue nombrado director de la academia aéreay dos años después jefe del Estado Mayor de la fuerza aérea. El presidenteAnwar Sadat lo eligió para comandar el sector, al que preparó para la guerra de1973 contra Israel. Dos años más tarde, Sadat lo designó vicepresidente.

Mubarak se salvó de la muerte cuando soldadosligados a un grupo islamista radical asesinaron a Sadat en un desfile militaren El Cairo el 6 de octubre de 1981. Desde entonces fue blanco de variosintentos de asesinato, incluyendo un espectacular ataque contra su caravana enAddis Abeba en 1995.

Tras resistir tantos años en el poder, el jueves 10de febrero de 2011 finalmente reconoció que había cometido errores y pidióperdón a su pueblo.

"Sus demandas son legítimas y justas",dijo a la nación. "Los errores son posibles en cualquier sistema y encualquier Estado, pero lo importante es admitirlos y corregirlos",manifestó.