En la antigüedad, la lluvia siempre fue considerada capital para la vida y uno de los elementos más sagrados e importantes de la naturaleza por la importancia que significaba para los cultivos y la alimentación de los animales. Por eso cientos de personas de la época se dedicaban a dejar constancia de los periodos negros o más conocidos como sequías, con escritos en grandes rocas situadas en los ríos.
Y este verano, donde la falta de agua y las grandes olas de calor se han hecho sentir en Europa Central, las piedras están siendo dejadas al descubierto. Por ejemplo, en el río Elba, que empieza en la República Checa y cruza Alemania en dirección al Mar del Norte, ha bajado el nivel hidrológico en grandes cantidades, dejando a la vista varias "piedras del hambre", nombre que se le ha puesto a las rocas.
La sequía en el viejo continente ha drenado los ríos en Holanda, afectado a los agricultores de Alemania y devastado los campos de trigo en el norte de Europa, convirtiéndose en uno de los eventos más extensos de las últimas décadas.
El nivel del río Elba ha bajado 47 centímetros en los últimos días, según consigna La Vanguardia, imposibilitando el transporte en su interior.
"Cuando me veas, llora", decía una de las inscripciones, escrita en alemán, en la ciudad checa de Decín. La inscripción es una de las más antiguas de las que se tiene registro y data del año 1616. También hay de años anteriores como de 1417 o 1473.
Cabe destacar que las piedras del hambre habrían comenzando a usarse en el siglo XV pero fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando alcanzaron la popularidad tras ser documentadas por varios periódicos y libros de viajes.
La mayoría se encuentran actualmente en el río Elba pero también han aparecido en el Mosel, el Mündesee o el Weser y contienen escritos como: "Hemos llorado, lloramos y lloraremos" o "Si vuelves a ver esta piedra, llorarás".