Raymond Buys, un joven sudafricano de 15 años, ingresó a un hospital en estado grave, con aspecto severamente demacrado y deshidratado. Cuando su madre llegó al centro médico, se encontró con que se estaba muriendo. Presentaba daño cerebral, tenía un brazo roto, además de hematomas y quemaduras de cigarrillo por todo el cuerpo. Murió dos semanas después. Su familia no era consciente entonces de las torturas a las que había sido sometido el muchacho.
Raymond sufrió todos esos daños durante su estancia en un campamento especial en el que “los chicos se hacen hombres”. El menor sufría de trastorno de hiperactividad y déficit de atención y era conflictivo en la escuela, por lo que su madre decidió enviarle a un curso de formación de tres meses al campamento Eco Wild Rangers, que le había recomendado un amigo. Cuando la madre fue a ver al director, Alex de Koker, éste le prometió que podría ayudar a su hijo. Raymond ingresó en el curso el 12 de enero de 2011. Falleció el 23 de marzo.
A dos años de su muerte, la opinión pública y la familia del joven han conocido el sufrimiento que padeció en aquel lugar. Durante el juicio por asesinato que se está celebrando en Johannesburgo, uno de los compañeros de este chico relató al jurado las torturas a las que fueron sometidos los jóvenes en ese campamento por parte del director y su socio.
Según relatan los medios locales, el testigo lloró recordando ante el Tribunal los duros trabajos a los que fueron sometidos, como cargar pesadas piedras para construir una presa. Gerhard Oosthuizen, ahora de 19 años de edad, aseguró que Raymond fue encadenado a su cama cuando trató de escapar. Le prohibieron ir al baño, por lo que tenía que hacer sus necesidades sobre la cama. Tenía restringidas las comidas, por eso estaba en estado de malnutrición. En una ocasión volcó un contenedor de detergente, y se vio obligado a comer lo que había derramado, por lo que terminó vomitando espuma. Oosthuizen también relató cómo el joven fue golpeado con tablas, palos y tubos de plástico cuando no podía continuar trabajando, por agotamiento. También le pusieron una funda de almohada sobre su cabeza, y recibió descargas de una pistola eléctrica.
Tanto De Koker como su empleado, Michael Erasmus, están siendo juzgados por cargos de asesinato, maltrato de menores, junto con dos delitos de asalto con intención de causar daño corporal grave. Ambos se han declarado inocentes de los cargos.
Pero no es el primer caso de maltrato en el que De Koker se ha visto envuelto. En 2007 un joven llamado Erich Calitz murió como consecuencia de graves lesiones cerebrales, de acuerdo con el diario Afrikaans Rapport. Calitz, según denuncian algunos medios, era homosexual.
Un Tribunal suspendió la licencia de De Koker, pero no fue declarado culpable de la muerte de Calitz, que habría muerto de un ataque al corazón.