El equipo negociador del Gobierno de Colombia viajó el domingo a Cuba para iniciar el lunes un proceso de paz con la guerrilla de las FARC, el más reciente esfuerzo para poner fin al violento conflicto interno que agobia la nación sudamericana desde hace casi cinco décadas.
La negociación, que se aplazó por cuatro días, comenzará sin que se haya acordado un cese al fuego y será el primer intento en más de 10 años por acabar con la confrontación que ha cobrado miles de vidas.
"Esperamos, como también espera la mayoría de los colombianos, que muestren (las FARC) que ellos piensan que es el momento de la fuerza de las ideas y no de la fuerza de las balas y menos de la combinación de ambas", dijo el jefe del equipo negociador del Gobierno colombiano, Humberto de la Calle.
"Es el momento de las definiciones, no de discursos. El Gobierno quiere el fin del conflicto como un primer paso para avanzar en la construcción de una paz estable y en este escenario caben las FARC convertidas en partido político legal, este es el proceso por el cual estamos trabajando", agregó, antes de subir al avión con destino a La Habana.
Los negociadores y representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), alrededor de 30 delegados liderados por Iván Márquez, se encuentran en la capital de Cuba, país que junto con Noruega actúa como garante en el proceso de paz.
El primer tema que abordarán es el de política agraria integral, que incluye el acceso y el uso de la tierra, programas de desarrollo, infraestructura y adecuación de tierras, desarrollo social, salud, educación, vivienda, erradicación de la pobreza, estímulo para la producción y sistema de seguridad alimentaria.
Bajo el principio de que "nada está acordado hasta que todo esté acordado", las partes accedieron a dialogar luego sobre garantías para el ejercicio de la política, fin del conflicto, solución al problema de las drogas ilícitas y víctimas.
El Gobierno y las Fuerzas Armadas acusan a la insurgencia de estar activamente involucradas en el lucrativo negocio del narcotráfico del que obtienen millonarios ingresos para financiar su lucha armada, pero los líderes rebeldes lo niegan.
Uno de los retos será garantizar la seguridad de los líderes de las FARC que pudieran formar un movimiento político e impedir que se repita lo que sucedió en los años 80' y 90' con la Unión Patriótica, un partido de izquierda al que se sumaron guerrilleros y que fue exterminado por escuadrones paramilitares de ultraderecha aliados a efectivos del ejército.
[Agencia Reuters]