El hermetismo que impera en Corea del Norte pareciera ser lo suficientemente robusto para ocultar lo que ocurre tras los muros de sus recintos carcelarios, aunque son muchos los relatos logran vencer el cerco para ser conocidos por la comunidad internacional.
Shin Dong-hyuk, un joven ex prisionero de 30 años y que escapó de uno de los gulag del país a los 16, es el protagonista -quizás- de una de las historias más reveladoras. Cuando tenía 13 años, informó a la autoridad que su madre intentaba fugarse del penal.
"Informé al guardia de sus planes de huir porque así eran las normas. Estaba realmente orgulloso de mí mismo. Pedí a mi supervisor que me diera una ración completa de arroz para llenar el estómago", de acuerdo a lo reseñado por elobservador.com.uy.
Según recoge la publicación, Dong-hyuk también explicó que debía palear la falta de alimento comiendo ratones vivos, siempre que el guardia de turno le diera permiso para hacerlo.
Ahn Myong-chol, guardia de uno de los penales de este país, también engrosa la lista de fatídicas historias, tras quitarle la vida a un preso tras propinarle múltiples golpes de palos por comer demasiado lento.
Contrario a lo esperado, Myong-chol se ganó el derecho de asistir a la Universidad.
Un reciente informe de la ONU da cuenta que estos prisioneros deben llevar a cabo tareas similares incluso a lo cometido por los Nazis, prácticas que incluyen incinerar los cadáveres de los fallecidos por falta de alimento para convertirlos en fertilizantes.
Foto: Reuters.