Una mujer de 37 años fue atacada en su casa de Catamarca, Argentina, por un adolescente de 17, quien le propinó 40 puñaladas. La agresión se registró el pasado 30 de enero, día desde que la víctima confiesa vivir con miedo.
Según explicó Andrea Navarro a TN, el atacante fue alojado en un hogar de menores y pronto quedará en libertad, por lo que ella tiene pánico de que vuelva a atacarla.
La agresión se registró durante la madrugada del 30 de enero, cuando la víctima dormía en su habitación. El sujeto ingresó a la vivienda por una ventana que no tenía rejas puesto que había sido construida recientemente.
Andrea se despertó con la primera puñalada, sin embargo, logró defenderse y como pudo se levantó para salir a pedir auxilio a la calle. Sus vecinos llamaron a la ambulancia.
En un principio, Navarro pensó que se trataba de un robo, pero posteriormente durante la agresión reconoció a su atacante, a quien conoce desde que tenía cinco años.
La víctima expresó que "aunque vaya a la cárcel, nada hará cambiar lo que viví. Además, aunque él esté preso, tiene familia y también tengo miedo de que tomen alguna represalia contra mí”.
La causa fue catalogada por la justicia trasandina como "robo agravado por el uso de arma y homicidio en grado de tentativa agravado por criminis causa”. Sin embargo, la abogada de Andrea solicitó que el agresor sea juzgado por intento de femicidio.
Andrea es técnica en hemoterapia y trabaja en el Hospital de Niños. Con el sujeto que la atacó “vivimos en el mismo barrio porque nos adjudicaron la casa. Por eso lo conozco desde tan chico. Jamás tuve problemas con él o con su familia. Todavía sigo preguntándome por qué me apuñaló. Estoy segura de que vino directamente a matarme. No le encuentro otra explicación, porque solo se llevó mi celular”, relató.
La mujer vive con su hija y su madre, pero la madrugada del ataque estaba sola porque tenía COVID y debía cumplir aislamiento. Tras ser llevada hasta un hospital, dio el nombre de su agresor a la policía y efectivos lo encontraron durmiendo con el cuchillo.
“Cuando entré, empecé a temblar y a llorar. Todavía hay manchas de sangre. Me mudé a lo de mi pareja porque necesito atención hasta para ir al baño. Me cambió la vida de un momento para otro. Los médicos me aplicaron morfina por los dolores y todos coinciden en que estoy viva de milagro”, explicó.