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Breivik mataba con un "grito de batalla"

Sobrevivientes del ataque en la isla de Utoya señalaron que Breivik disparó con muestras de enojo y alegría a la vez.

Javiera Salinas

Miércoles 16 de mayo de 2012

"Hoy van a morir, marxistas", gritó Anders Behring Breivik mientras disparaba a un grupo de estudiantes que participaban de un campamento de verano del Partido Laborista en la isla de Utoya, en Noruega.

Así lo describieron testigos que sobrevivieron a la matanza de 69 personas, luego que el mismo Breivik detonara un auto bomba frente a los edificios gubernamentales en Oslo el pasado 22 de julio.

El ímpetu con el que el llamado "Carnicero de Oslo" realizó los asesinatos  llevaron a varias víctimas a creer que era más de una persona la que realizaba el ataque en la isla.

"Pensé que (los atacantes) se estaban enviando mensajes, pero al darme cuenta de que estaba solo, creo que la exclamación era en realidad un grito de batalla", señalóIngvild Leren Stensrud, de 17 años, que recibió disparos en la pierna y el hombro.

Además, dijo que Breivik se aseguraba de que sus víctimas estuvieran muertas disparándoles en la cabeza.

"Oí gritos pero no entendí las palabras", añadió la joven que sobrevivió porque otra víctima la hizo caer al suelo, dando la impresión de que había fallecido..

Stensrud contó al tribunal que buscó refugio en la cafetería del campamento de verano, escondiéndose tras un piano, sólo para verse atrapada cuando Breivik iba de habitación en habitación en el pequeño edificio, matando a una docena de personas.

"Intenté llegar a la puerta detrás de los demás y cuando les dispararon cayeron sobre mí. Uno se quedó sobre mi pecho", dijo en el juicio, que se prolongará hasta mediados de junio. "Entonces me disparó en el muslo izquierdo. Muchos recibieron disparos en el suelo", agregó.

"Cerca de mí un hombre estaba tosiendo sangre", agregó.

Esa persona era Glenn Martin Waldenström, quien dijo que Breivik parecía alegre y enojado al mismo tiempo.

"Su cara parecía distorsionada", dijo Waldenström, de 20 años, que sobrevivió a un disparo en la cara. "Parecía enfadado y sonreía al mismo tiempo", añadió, tras pedir al tribunal que Breivik fuera escoltado fuera de la sala, diciendo que no era capaz de testificar con él presente.

Cuando lo rescataron, Waldenström no podía hablar y escribió el teléfono de su familia en el suelo ensangrentado para que le dijeran que estaba vivo.

Breivik, que mató en total a 77 personas en los dos atentados, ha dicho que al principio intentó llamar para poner fin a su matanza al salir de la cafetería, tomando el teléfono de una víctima y llamando a la policía, pero que se vio obligado a dejar un mensaje en el contestador.

El acusado admite haber cometido los asesinatos pero niega responsabilidad penal, alegando que eran necesarios porque sus víctimas eran "traidores" que promovían la inmigración musulmana y el multiculturalismo, amenazando por tanto la pureza étnica noruega.

El asesino siguió matando y gritando "hoy van a morir, marxistas", ignorando las súplicas de los que pedían por sus vidas.

Si se le declara cuerdo, Breivik se enfrenta a una sentencia de cárcel de 21 años, que podría extenderse de forma indefinida mientras se le considere peligroso. El asesino ultraderechista  dijo que debería ser ejecutado o absuelto y calificó una sentencia a cárcel como "patética".

Un equipo de psiquiatras nombrado por el tribunal concluyó que era psicótico, pero un segundo equipo llegó a la conclusión opuesta. Los cinco jueces tomarán una decisión final sobre su cordura al final del juicio.

Fuente: 24horas.cl/ Con información de agencia Reuters.