El 11 de septiembre de 1973 está grabado a fuego en sus corazones.

Portadores de un legado que muchos de ellos recuerdan día a día y que forma parte de la historia de Chile tras el golpe de Estado.

Han pasado 39 años y en 24Horas.cl conversamos con Gilda Gnecco y Raúl Lorca. Ellos perdieron a seres queridos; una "amiga del alma" y un "hermano entrañable", como dicen sus protagonistas.

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Gilda Gnecco habla de Carola Wiff como si estuviera con ella, presente.

Se conocieron en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Gnecco desde la docencia y Wiff como alumna.

Unidas por la medicina social, comenzaron un recorrido junto a temáticas públicas y desde aquel momento no se separaron más, hasta que Carola es detenida el 25 de junio de 1975.

A partir de esa fecha comienza un largo peregrinar que hasta hoy no tiene una respuesta definitiva. Lo último que supo es que estuvo en Villa Grimaldi.

¿Cómo se vive un 11 de septiembre?

Algo parecido es lo que ocurre con Raúl Lorca,  su hermano es el primer diputado detenido desaparecido en Chile.

Para Raúl, no hay ritos ni procesiones especiales, más bien un sentimiento de pesar que no disimula al hablar del significado de un 11 de septiembre.

Tanto Gilda Gnecco como Raúl Lorca están unidos por la misma fibra, ambos perdieron a seres queridos en dictadura.

Sus palabras hablan de volver a la esencia de una fecha triste que los tocó en el alma, pero que saben asumir como un desafío hacia el futuro.

Lejos de los ataques personales y desórdenes públicos -habituales de ver en días como estos-, lo que buscan es recordar a quienes formaron parte de sus vidas y rendirles un homenaje que perdure a las nuevas generaciones.

Gilda prepara un libro de su amiga, testimonios de una vida ligada al servicio público que espera pronto ver la luz.

Por su parte Raúl se queda con los recuerdos que la misma gente le ha expresado sobre la labor que tuvo Carlos Lorca como diputado.

Si bien no tiene una tumba para dejar flores, Raúl recibe las expresiones anónimas de gratitud, que valora como propias en base al legado de su hermano.

Es la otra parte de la historia de un 11, contada por quienes cargan un dolor intenso y que permite ver más allá del sufrimiento. Su idea es entregar un mensaje que los reivindique, en su esencia de personas y también como chilenos.