¿Fue locura o un acto premeditado? Esa es quizás la duda más recurrente tras el descubrimiento de la secta en Colliguay. En los últimos 50 años hemos visto varios líderes que no tienen límites.
La amarró del cuello con un nylon, después la colgó y la acuchilló 16 veces hasta destriparla. Tampoco importó sus ocho meses de embarazo, así de descarnado, frío y cruel fue el asesinato de la bella actriz Sharon Tate en 1969. Un ritual satánico ideado por alguien sin límites, sin temores.
"En la conducta hay componente de maldad muy grande", indica el teólogo y experto en sectas, Hugo Zepeda y agrega que "no reconocen la palabra arrepentimiento".
Esa no es una palabra que conozca Charles Manson, líder, según él un profeta, padre de la "Familia Manson", como se apodaba su brutal secta en los 60.
Creía en un pronto apocalipsis, en el nazismo, se habla también de rasgos satánicos. Convencía, atrapaba, incluso enamoraba a sus seguidores.
Fueron ellos y no Charles quienes asesinaron a Sharon Tate y otras 3 personas en Beverly Hills.
Según el profesor de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica, Enrique Chía, "es gente muy seductora".
Manson es quizás el líder sectario que más se asemeja al hoy prófugo "Antares de la luz" de Colliguay, quien sin ningún remordimiento sacrificó a una guagua recién nacida. Ambos, según dice este sicólogo forense, sabían exactamente lo que estaban haciendo.
Evidencia de eso es que el presunto asesino de Colliguay está prófugo, por ende, está consciente que hubo un delito. Manson delegó el crimen a terceros para no implicarse.
Y esa quizás la mayor diferencia con otros casos de sectas que han impactado en el Siglo 20.
Era el año 1978. El País, Guyana, al norte de Brasil. Ahí el pastor norteamericano Jim Jones lideraba el Templo del Pueblo, una secta cristiana con rasgos comunistas. Junto a 900 de sus seguidores, provenientes de Estados Unidos pero de raza negra, se instaló en un localidad, que según él iba a ser el paraíso en tierra, lejos del capitalismo yanqui.
Esto terminó en un en un suicidio colectivo que fue recreado en Hollywood. Jim Jones falsamente atemorizaba a su gente con la llegada del apocalipsis.
El fin del mundo en este caso era el capitalismo. El 18 de noviembre de 1978 ordenó el suicidio masivo de sus 913 seguidores con veneno. 270 eran niños. Él también se quito la vida.
Quince años más tarde, en 1993 en el pueblo de Waco en Texas, el FBI debió intervenir a la fuerza una secta protestante apocalíptica. En ese intento, la cabeza del grupo incendió sus propias dependencias. Otro caso de suicidio, donde más de 70 personas murieron, incluyendo su líder.
Hay casos como la comunidad de Pirque o el Profeta de Peñalolén, pero la secta de Colliguay sobrepasó lo socialmente aceptable. Fuera de nuestras fronteras hay otros ejemplos incompresibles, crueles.
El de ahora se suma a ellos.
Revisa el video con el informe de Felipe Vicencio.