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Ezzati envía emotivo mensaje navideño

El Arzobispo de Santiago llamó a mejorar la justicia social en el país.

Sebastian Marchant

Lunes 24 de diciembre de 2012

Revisa el mensaje completo del Arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati envió a todo Chile en la noche de Navidad:

 

Hermanos y hermanas que comparten la feen Jesucristo; amigos y amigas. Felices fiestas de Navidad. Para todos, mideseo de paz, esperanza y bendición, especialmente para los niños, losancianos, los enfermos, los privados de libertad y quienes están solos o lejosde sus familias.

Es Navidad:

"El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz; a los quehabitaban tierra se sombra, una luz les brilló... Porque un niño nos ha nacido,un hijo se nos ha dado: sobre sus hombros descansa el poder y su nombre es:"Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz".

"No teman, les traigo una gran noticia, una gran alegría para todo elpueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un salvado: el Mesías, elSeñor".

Y aquí tienen la señal: encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado enun pesebre. Para encontrarlo, el Ángel da una señal, un signo y la garantía dela comunicación divina: una señal que habla de humildad y sencillez: la austerapobreza en la que nace este niño. Jesús no nace entre los resplandores de unpalacio real, rodeado de gloria y de poder. Nace pobre, desapercibido, singloria humana. Para el Mesías que viene a traer la paz, suma de todos losbienes, no hay lugar: "vino a los suyos y los suyos no lo recibieron".¡Pobre humanidad!, enceguecida por tanta soberbia, no atina a abrir las puertasa quien es el autor de la vida.

En el corazón de la noche resuena la voz de los Ángeles: "Gloria a Dios enel cielo, y en la tierra paz a los hombres que el Señor ama". En esanoche, mientras unos pastores duermen al raso y otros vigilan cuidando surebaño, acontece algo misterioso: en sus vidas rutinarias, irrumpe la gloriadel Señor que los envuelve en su luz.

Los pastores despiertan confundidos ante lo inesperado y sienten gran temor.Tienen miedo de lo desconocido, miedo a lo que escapa del control de sus manos,miedo a la luz que los envuelve, miedo a Dios que se les manifiesta. El miedoque sienten habla de una experiencia común: también para el hombre y la mujerde nuestra cultura desarrollada y autosuficiente.

También nosotros tenemos miedo cuando la luz de Dios nos invade y nos envuelve:miedo porque esa luz nos arranca de las tinieblas en las que cómodamente noshemos instalado.

¡Cuánto nos hemos acostumbrado a nuestras oscuridades y tinieblas, convencidosque son claridad! ¡Cuánta tiniebla pretende presentarse como camino deliberación y de progreso, como posibilidad de imaginar la vida del mundo y dela humanidad sin referencia a la trascendencia y pretendiendo invadir la vidacotidiana de las personas y de la cultura, desarrollando una mentalidad en lacual Dios está, de hecho ausente, haciendo más ardua la afirmación de laexistencia de la verdad.

Cuando así sucede, da miedo la luminosidad con la que Dios nos envuelve, porquesu luz hiere los ojos del alma y pone al descubierto lo que las tinieblasocultan. Hay tinieblas en el corazón, cuando se obra el mal y se buscaocultarlo; hay tinieblas cuando se miente, cuando se engaña al prójimo, cuandola vara castiga las espaldas de los pobres o cuando el látigo del opresor hierelas vidas de los últimos.

Nos envuelve la oscuridad cuando despreciamos al Señor; cuando decimos que Élno tiene nada que decirnos; cuando la soberbia y vanidad toman el control de lavida, o cuando se consiente al odio, la amargura, el resentimiento y el deseode venganza; cuando el egoísmo lo disfrazamos de amor ignorando quienes somos,nuestra identidad, el proyecto de plenitud al cual hemos sido llamados.

Y, aunque en las tinieblas no se halla sino confusión, intranquilidad, angustiay soledad, ¡cuánto miedo a dejar que la luz del Señor nos envuelva, nos penetree ilumine vida personal y social.
La claridad exige conocer, aceptar, enfrentar y cambiar todo lo que está mal.Por eso, la luz que viene del Señor revela la verdadera grandeza y dignidad dela persona y de los pueblos, a fin de alcanzar la "estura alta" a laque hemos sido llamados. Acoger la luz, significa descubrir la verdaderagrandeza humana que exige despojarse de todos los harapos que parecen"vestiduras reales", liberarse de toda cadena o lazo que parecen lamás exquisita de las libertades, para lanzarse a la gran aventura de conquistaraquello que estamos llamados a ser: hijos, hermanos, verdaderos y justos, solidariosy generosos.

"No teman", son las palabras que el ángel dirige a los pastores, yson las palabras que la Iglesia dirige también hoy a cada uno. "No teman,porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoyles ha nacido el Salvador, que es el Mesías, el Señor".

No teman a la luz que trae este Niño. Déjense envolver por la claridad quebrilló en la noche de Belén. Como los pastores vayan a Belén y encontrarán"a María y a José y al niño acostado en el pesebre". Como los reyesde oriente, sigan la estrella. Los llevará donde está el Niño, y al adorarlo,como ellos, se llenarán de una inmensa alegría.

ElSeñor los bendiga. Feliz Navidad.

Fuente: Iglesia.cl