Fue un viaje que duró más de 24 horas, pero el cansancio no fue impedimento para que gran parte de los familiares de las víctimas de la tragedia de Juan Fernández, llegaran hasta Punto Loreto, lugar exacto donde el CASA 212 capotó hace exactamente un año.
A pesar de los sentimientos encontrados que trajo consigo el llegar hasta la Isla, un agradable día de septiembre recibió a los padres de Silvia Slier, Carolina Gatica y al hermano de Rodrigo Cabezón, y de Romina Irarrázabal. La mayoría de ellos, a pesar del dolor, concordaron que Juan Fernández tiene un símil con "el Paraíso", por lo que se llevan una imagen muy bella del lugar donde sus familiares estuvieron por última vez.
Jorge Cabezón, hermano de Rodrigo cabezón se refirió a este momento como una instancia donde "las palabras sobran, son los hechos los que estamos viviendo los que hay que rememorar (...) yo creo que las palabras sobran, están de más, ya se ha dicho todo". Respecto a la ausencia de Marcela Marchant, esposa del fallecido Rodrigo, su hermano aclaró "Es entendible la decisión que ella tomó, es emotivamente demasiado fuerte".
Los padres de Silvia Slier también quisieron emprender el viaje que los llevaría a "lograr una paz interior, era lo que nos estaba faltando, despedirla desde el mismo punto que se fue", señaló visiblemente emocionado. La madre de Silvia, desde una perspectiva de calma y superación, indicó que "(Silvia) aquí va a estar entre toda la gente, en esta isla maravillosa que la recibió en varias oportunidades y nos hemos dado cuenta que ella como decía, era el Paraíso (...) con la calidez de las personas y el amor de la gente".
El padre de Carolina Gatica, manifestó a Gonzalo Ramírez estar más tranquilo a un año de lo ocurrido. "Quería entender por qué mi hija había venido para acá y al recorrer el lugar, (ella) tenía toda la razón, es el Paraíso".
Renzo Irarrázabal, hermano de Romina Irarrázabal, se refirió a la misa realizada esta mañana "Fue un momento muy emotivo, muy significativo, de mucho respeto, de reencuentro con mi hermana y poder por fin decirle adiós". Estos instantes fueron muy importantes para Irarrázabal, puesto que el día en que Romina partió rumbo a la isla, él no alcanzó a despedirse.