Tenía sólo dos meses cuandopresentó los primeros síntomas, desde entonces el pequeño Pedro ha tenido queescapar de la luz. El sol se ha convertido en su principal enemigo a raíz deuna extraña enfermedad que afecta uno de cada cien mil niños en el mundo.
Fue hace dos años cuandoconocimos su historia en Pelequén y también los daños que ha generado en sucuerpo la displasia ectodérmica, trastorno genético que no le permite regularla temperatura corporal y que, además,le provocó la caída de sus pestañas y parcialmente de su cabello.
En ese entonces la familia vivíade allegada en una pequeña vivienda, pero gracias a la solidaridad de privadosse convirtieron en propietarios de una casa totalmente diferente. Con el tiempohan ido adaptando cada rincón a las necesidades de este niño de once años.
Sin embargo, una nueva noticialos volvió a golpear, el pequeño Pedro Ríos perdió la visión de su ojoizquierdo de forma rápida e inesperada para la familia, ahora temen que laenfermedad siga avanzando.
Cristóbal tiene tres años, es elmenor del hogar, y lamentablemente fue diagnosticado con la misma enfermedad,aún no presenta todos los síntomas, sin embargo, al igual que Pedro ya no puedeexponerse a los rayos del sol, la historia se vuelve a repetir.
Actualmente los padres estándesempleados y no tienen como costear la ropa térmica que necesitan amboshijos, tampoco los accesorios que les harían más fácil la vida.
Pese a todo Pedro no se dejavencer, es el primero del curso y sueña con ser profesor de la asignatura deinglés y así ayudar a su hermano menor.