Tiene cuatro años, pesa más de 60 kilos. Su hermana tiene recién un año y va por el mismo camino.
Es el drama de una familia porteña que ve cómo sus hijos engordan y engordan sin control, pese a que son sometidos a todo tipo de dieta.
Por ello es que sus médicos tratantes no descartan que se trate de una extraña enfermedad genética que les provoca subir de peso sin parar.
Sin embargo, la única forma de corroborarlo es sometiéndolos a un examen que sus padres no pueden financiar y que no se encuentra disponible en el sistema público.