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Juan Emilio Cheyre: "Jamás he ocultado mi pasado"

El ex comandante en jefe del Ejército señaló que al entregar a un niño de dos años a un convento en 1973 cumplía órdenes bajo una versión oficial que años después supo que era falsa.

24horas.cl Tvn

Martes 20 de agosto de 2013

"No se me imputó nunca nada, porque mi única acción fue ejecutar la orden de entregar al niño al convento, sólo conociendo la versión oficial que se nos dio durante más de una década".

Con esa frase, el ex comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre explica este martes en el diario El Mercurio su participación en el caso de Ernesto Lejderman Ávalos, quien a los dos años presenció el asesinato de sus padres en La Serena, a fines de 1973, y luego fue entregado a un convento de monjas.

El suceso fue reflotado nuevamente la pasada semana, en un impactante informe realizado en Argentina por el periodista de TVN Rodrigo Cid.

"En estos y todos los hechos de mi vida, jamás he ocultado mi pasado y tampoco he dejado de asumir mis responsabilidades", sostuvo el actual presidente del Consejo Directivo del Servicio Electoral (Servel).

Juan Emilio Cheyre relató que el 8 de diciembre de 1973 era teniente destinado a La Serena como ayudante del comandante del regimiento, Ariosto Lapostol.

Ese día llegó una patrulla con un niño de dos años y se le ordenó que buscara un convento de monjas que acogiera al menor, mientras Lapostol comenzaba trámites con las embajadas de Argentina y México, países de origen de sus padres, para buscar a los abuelos de Ernesto Lejderman Ávalos.

Cheyre señaló que la información oficial que se le había entregado era que los papás del niño se habían suicidado con dinamita cuando eran perseguidos por una patrulla para detenerlos.

Según relató el ex militar, tras entregar al menor nunca volvió a saber de él y sólo conoció "los esfuerzos realizados por el comandante (Lapostol) para que las embajadas de Argentina o México concurrieran a La Serena para enfrentar el tema, hecho que tomó meses".

Agregó que recién en el año 1998, cuando se inició la investigación del hecho y fue citado a declarar, se enteró que los padres de Lejderman fueron asesinados y sostuvo que este caso fue algo único en su carrera y que jamás ocultó nombres ni la información que había recibido, por lo que la justicia pudo aclarar rápidamente los hechos.

"Este episodio me ayudó a reforzar la certeza de que era una tarea fundamental en procesos como los vividos en Chile, rescatar la verdad como valor supremo y el recto actuar de los integrantes del Ejército para recuperar la confianza de todos los chilenos", dijo.