Lo barato cuesta caro, dice el refrán, y eso se aplica al mundo de la cirugía estética.
Adriana y Amalia, dos chilenas que no quisieran revelar su identidad completa, viajaron a Argentina para operarse.
A principios de diciembre, la primera pagó un millón 700 mil pesos por eliminar grasa, la papada y corregir sus mamas caídas, espalda y brazos, algo que en Chile puede costar entre cinco y seis millones de pesos.
Pero lejos de tener una buena experiencia, Adriana llegó a Chile con hipertensión, fiebre y una bacteria en su cuerpo.
De hecho, el doctor que la atendió, Gonzalo Urbistondo, le sacó con puntos con tijeras de papel corriente y ella debió hacer el postoperatorio en una pieza de un hotel.
Pese a ello, y a las grabaciones que demuestran su falta de profesionalismo, el facultativo se defiende y dice que los problemas de Adriana se debieron a un mal aseo de su parte.
Amaya y Adriana ahora sólo buscan recuperarse