René Evaristi tiene 48 años de edad y hace 19 que su adicción al alcohol y las drogas lo llevaron a cambiar su hogar y su familia por la vida en la calle.
Trabajó 30 años como embalador en Lo Valledor —lugar donde tenía acceso a las drogas— y esto le pasó la cuenta. Desde 1994 que no ve a su familia.
"Nos ganábamos $100.000 de la noche y la mañana y quedaban ahí mismo. Lo consumíamos todo, entre drogas, alcohol y mujeres", reconoce.
Pese a sus múltiples intentos de escapar de la adicción, recién en 2012 ingresó al Hogar de Cristo, donde recibió ayuda profesional.
"Yo creo que estoy viviendo la segunda etapa de mi vida", reflexiona el hombre que comparte con cerca de seis mil personas en situación de calle y que son ayudadas por la organización.
Evaristi salió del albergue, arrienda una propia pieza y consiguió su primer contrato de trabajo. Para él es un orgullo, y agradece la ayuda prestada por el Hogar de Cristo, que necesita reclutar 50 mil nuevos socios en la campaña que termina el próximo 13 de mayo.