Cinco años han pasado desde que el volcán de Chaitén hizo erupción y la ciudad vive contrastes.
La localidad lentamente ha vuelto a recuperar su patrimonio, eso sí, dividiendo al lugar en dos: uno para las turistas y otro para los que quedaron sin nada.
Hay quienes han tomado la tragedia como una oportunidad de trabajo en el campo del turismo y se han instalado con hoteles que reciben a chilenos y extranjeros cada fin de semana.
Otra realidad es la que viven los vecinos que decidieron regresar a luchar por las pocas cosas que quedaban, dicen que no sienten ningún miedo frente a los peligros del volcán.
Chaitén, en la puerta norte a la entrada de la Patagonia, está intentando volver a la normalidad con el retorno de servicios de luz y agua potable.
Los que regresaron están dispuestos a empezar de nuevo a pesar de que hay personas que aún viven de allegados o en iglesias de la comunidad.