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Crónica: la vida al otro lado del río

Decenas de habitantes de comunidades cercanas a Galvarino deben extremar recursos haciendo equilibrio en un precario cable para poder acudir diariamente a sus trabajos.

Fernando Jimenez

Lunes 7 de octubre de 2013

Desplazarse en condiciones adversas es una realidad común para quienes viven en zonas apartadas.  Sin embargo, hay situaciones más graves que otras y que delatan una profunda desigualdad en la repartición de los recursos.

Es el caso de habitantes de la región de La Araucanía, quienes en desmedro de los gastos en los que se incurren en el Transantiago en la Región Metropolitana, tienen que lidiar con una particular forma de desplazarse para llegar a sus trabajos: cruzan un río sin puente ni pasarela.

“Todos los días uno piensa en el cable y si se cae al agua uno no va a poder volver a casa", señala una de las afectadas. La mayoría no tiene estudios de enseñanza media y además deben extremar los recursos para realizar sus actividades diarias.

Día a día, sagradamente a la hora que aclara, una decena de trabajadores de Paillahue se van sumando a un recorrido que pone a diario en riesgo sus vidas. Siempre pasan en parejas para sostenerse y hacer el transcurso "conversable". incluso una persona ciega también debe someterse a este cruel procedimiento.

Es que esta es la única forma de acceder a la carretera, pues ahí tienen conectividad para tomar buses a Galvarino y otros puntos de la zona.

"¿Habiendo recursos por qué no podemos tener una pasarela decente?". Es la pregunta que acá intentamos responder.

La conectividad está totalmente ausente. Los afectados no cuenta con locomoción colectiva y, en caso de emergencias, deben apostar a la suerte o a algún "fletero" conocido para llegar incluso a un hospital.

La única alternativa al riesgoso camino es caminar hasta Galvarino, unos 14 kilómetros hasta el centro urbano y luego desembolsar mil pesos para tomar un bus interurbano. Así de ida y vuelta.

¿QUIÉN DEBIESE CONSTRUIR LA PASARELA?

En el MOP de la IX Región explican que por tratarse de un terreno particular no se pueden desplegar fondos públicos. Sin embargo, de existir un camino indígena la pasarela sería su responsabilidad.

Sergio Nuñez, seremi de Obras Pública de La Araucanía explica que  “el camino indígena lo construye el MOP a través de las priorizaciones de la Municipalidad de los PDI (Programas de Desarrollo Indígena)”.

Dado los costos que tienen los puentes, habitualmente no se hacen dentro de comunidades indígenas. Por eso focalizamos los gastos en mejorar los siete mil kilómetros de caminos indígenas y los que se van sumando día a día”.