"Mientras más trágica la muerte, mayor es la devoción en las ánimas". Esta idea explica en parte lo que sucede con el caso de Hans Pozo, el joven asesinado y luego descuartizado en el año 2006.
Pese a sus antecedentes penales, su caso desencadenó entre los fieles de estos altares una creencia en su energía para realizar "favores" extraordinarios.
Actualmente tiene cuatro, siendo la más popular la ubicada en la intersección de Quitalmahue y Calle Servicio Autopista Acceso Sur.
La gente, principalmente los vecinos de Puente Alto, creen que en cada lugar donde fueron enterradas las partes de su cuerpo descuartizado hay energía y poder milagroso.
Es por esto que en sus animitas sus devotos dejan placas, distintos objetos, cartas e, incluso prenden velas como suele verse en los altares de los santos.
El caso de Hans Pozo se replica en otros casos emblemáticos de la crónica policial, como el de Bastián Bravo, cuya tumba en Maipú se convirtió en animita.
Reportajes 24 indagó en estos casos y en el fenómeno popular de las animitas.