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El limpiabotas español que regala cuentas de Twitter a gobiernos

Ya lo hizo con @Madrid, @Roma o @Canadá y ahora quiere entregar @Japan y @RiodeJaneiro. Sepa por qué este español que se reinventó como limpiabotas cuando se quedó sin empleo dona cuentas de la red social.

24Horas.cl TVN

Martes 20 de enero de 2015

En una adaptación libre de la famosa frase América para los americanos de la doctrina Monroe, el limpiabotas español Javier Castaño tiene un objetivo claro: que @Japan sea para los japoneses y @RiodeJaneiro para los cariocas.

Y es que la propiedad de esas cuentas de Twitter está literalmente en sus manos, las mismas que cada día entre semana y de 8 de la mañana a 3 de la tarde limpian los zapatos de quienes se acercan a su puesto en el Café Central de Málaga (España).

Eso desde que en marzo de 2007 se unió a la red de microblogging con su cuenta personal @Xabel, se dio cuenta del potencial de los mensajes en 140 caracteres y creó, entre otras, @Canada, @Japan, @RiodeJaneiro, @Madrid o @Roma.

Entonces, recuerda este español de 50 años en conversación con BBC Mundo, muy pocos habían descubierto esa red social y Twitter y sus 140 caracteres sonaban "a rareza extrema a la mayoría de la gente".

"Había mucho escéptico sobre su futuro, pero los que vivíamos en un entorno de bloggers estábamos familiarizados con feeds, tags..., cuando nos hablaron de un servicio gratuito de microblogging lo vimos 'blanco y en botella'. Todo tenía sentido y su sencillez de estructura sonaba a éxito", afirma.

Cuentas gratis

Delineante industrial de profesión, este asturiano vive desde hace más de 16 años en Málaga donde trabajó "de saltimbanqui" en diferentes empresas de diseño industrial, diseño web y arquitectura.

En 2012 acabó de limpiabotas cuando, desempleado y golpeado por la crisis como muchos españoles, no le tembló el pulso a la hora de diseñar un taburete para su nuevo emprendimiento.

"Para trabajar de limpiabotas no había cola", recuerda.

Por entonces, ya llevaba varios años en su cruzada para entregar las cuentas de Twitter de países y ciudades que había creado.

Las gestiones empezaron en 2009, dos años después de crear las cuentas, cuando comenzó el boom de esa red social y se dio cuenta del valor de lo que se tenía entre manos.

Y aunque no falta quien duda de sus motivos altruistas -dice que nunca se ha planteado vender las cuentas-, para él, el motivo para donar las cuentas es sencillo: las tomó porque no quería que cayeran en las que consideraba manos indebidas; las reservó y ahora quiere dárselas sólo a quien considera sus legítimos propietarios.

"Yo soy limpiabotas. Cobro tres euros (unos US$3,6) por limpiar unos zapatos, estoy en una situación casi marginal. Sin embargo, soy un tío orgulloso. Tengo el ego gordito y pienso: quién es capaz de hacerle un regalo a millones de japoneses, canadienses, cariocas o madrileños.... ".

Pero el proceso de entrega no siempre es fácil ni exitoso.

Twiplomacia

Para empezar, Castaño tiene una máxima: sólo entrega el usuario y la contraseña una vez que se asegura que las reciben las autoridades del país o ciudad.

Para ello cuenta con la ayuda de @Twiplomacy, una organización que analiza el uso de Twitter por los gobiernos y organismos internacionales, que le pone en contacto con los encargados de la gestión de redes de cada lugar.

"Lo que hace Javier Castaño es realmente excepcional. No sé de ninguna otra persona que reserve usuarios clave y se los de a sus dueños legítimos. ¡Le deberían dar una medalla!", le dice Matthias Lüfkens de Twiplomacy a BBC Mundo.

Eso ya ha sucedido con @Madrid, @Andalucía, @Roma y @Canadá, que lanzó el pasado mes de noviembre por todo lo alto la cuenta que Castaño había entregado hacía más de dos años.

"Canadá lo está celebrando bien porque se da cuenta de lo que supone. En las primeras 50 horas pegó un pelotazo de 50.000 seguidores. La marca es muy fuerte", sostiene Castaño.

Por el contrario, dice tirarse de los pelos cuando entrega cuentas que después permanecen inactivas, como en el caso de @Andalucía o @Roma.

En el último caso, aunque le han agradecido de manera pública la donación -hasta el alcalde le mandó un libro de Rómulo y Remo firmado, cuenta-, por el momento no la han usado.

También lamenta los casos en que las autoridades no aprovechan todo el potencial de Twitter, como, por ejemplo, los gobiernos que, a su juicio, "son sordos" y sólo siguen a unos pocos usuarios.

Próximas: Japón y Río de Janeiro

Mientras tanto, entre zapato y zapato, Castaño sigue mirando de reojo a su iPhone 4 a la espera de recibir respuesta a los constantes mensajes que manda a las autoridades de Japón y Río de Janeiro.

Y es que está empeñado en el reto de entregar @Japan y @RiodeJaneiro, una marca si cabe más valiosa a menos de dos años de los Juegos Olímpicos.

"Las autoridades no creen que haya una base noble en el planteamiento que es: toma la cuenta que es tuya. Hay como una sordera o desconfianza. Si me abrieran las puertas, les daría el usuario y contraseña", afirma.

El ayuntamiento de Madrid es uno de los que usa la cuenta que le donó Castaño.

Pero por el momento, ni el alcalde de Río, Eduardo Paes, un usuario muy activo de Twitter, ni las autoridades japonesas responden a sus trinos.

BBC Mundo se puso en contacto con la alcaldía de Río de Janeiro para saber si están interesados en conseguir la cuenta de Twitter con el nombre de la ciudad de manos de Castaño pero no obtuvo respuesta.

Lo que sí que ha recibido el limpiabotas, según cuenta, son "muchos gorrazos" en el camino, principalmente por parte de particulares o comercios que le hacen propuestas para que les entregue las cuentas y se enfadan cuando se las niega.

"Sé que soy un inquilino desagradable para alguien que tenga ideas y proyectos y no les gusta que yo la tenga bloqueada, pero no las doy porque la finalidad mía es que la tengan todos los ciudadanos", concluye.

De hecho, si de él dependiera, replicaría en todas esas cuentas la experiencia de Suecia, donde el gobierno entrega la cuenta @Sweden cada semana a un ciudadano para que la maneje.

Foto: Reproducción BBC Mundo - Álvaro Cabrera.