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Vladimir Putin acusa a EE.UU. y Arabia Saudita de conspirar para debilitar la economía rusa, pero de acuerdo con el analista Ben Judah, el mandatario ruso es el principal responsable de la profunda crisis.

24Horas.cl TVN

Viernes 19 de diciembre de 2014

Rusia culpa a Occidente. No solo por la guerra en Ucrania, que a su juicio proviene de una revolución orquestada por los poderes de Occidente, sino también por la caída de los precios petroleros y el colapso del rublo, la moneda nacional.

En el Kremlin tienen la teoría de una conspiración de Estados Unidos y Arabia Saudita, junto a una guerra económica promovida por la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.

Sin embargo, tanto la guerra en Ucrania como la crisis del rublo pudieron evitarse. En pocos países es tan evidente la dependencia de la economía del petróleo como en Rusia.

Peligrosa dependencia

El Kremlin sabía, incluso desde que arrancó el boom petrolero hace diez años, que el sistema político estaba siendo construido sobre la base de algo que Vladimir Putin no podía controlar: el precio del crudo.

Los propios reportes del gobierno reflejan que las ventas de petróleo y gas representaban el 50% del presupuesto nacional de ingresos en el 2013.

Esa constituía ya una señal de mal agüero, debido a que aproximadamente la mitad de la población rusa vive del presupuesto nacional, como empleados públicos, pensionados o recibiendo beneficios del Estado.

Esto significa que el colapso del precio del petróleo amenaza la fragilidad de las bases del sistema, sobre las cuales el Kremlin compra la lealtad de la mayoría a través de dádivas del gobierno.

Debido a la marcada dependencia de Rusia de la renta petrolera, la principal amenaza para el valor del rublo es el precio del petróleo.

 

La administración de Putin necesita los precios para mantenerse estable. De hecho, necesitan que suban para poder mantener el estándar de vida de buena parte de la población.

Ahora los rusos van a tener que encarar una temporada de austeridad.

Costoso patriotismo

"Si la situación continúa desarrollándose desfavorablemente como hasta este momento, tendremos que ajustar nuestros planes, y cortar los presupuestos en ciertas áreas", dijo el presidente Vladimir Putin en su esperada conferencia de prensa del jueves.

Las proyecciones del presupuesto de gastos de Rusia para el 2015 tenían un precio del petróleo estimado en US$100.

El equilibrio presupuestario del país solo puede alcanzarse si el precio llega a esa cifra.

En ese sentido, el Kremlin puede quedarse sin dinero en efectivo para financiar expresiones de patriotismo entusiasta como las de los Juego Olímpicos de Sochi, que costaron US$50 mil millones, o la operación para invadir y anexarse Crimea, que incurrió en un gasto estimado de US$75 mil millones.

Perdiendo la lealtad del pueblo

Para las masas la asociación entre Putin y su mejora en la calidad de vida puede romperse muy pronto.

Mientras que para la élite, el actual presidente puede que ya no sea una garantía de estabilidad económica.

Dentro del gobierno no solo se habla de recortes presupuestarios, sino de despidos masivos en las empresas estatales como Gazprom.

También existe el riesgo de que al tratar de escapar de la crisis del rublo, se caiga en una etapa inflacionaria, lo cual afectaría seriamente la calidad de vida del ciudadano común y corriente.

Ya la clase media rusa está padeciendo las onerosas tasas de interés de las hipotecas, y ya han hecho impagables el consumo de productos importados y las vacaciones al exterior.

Sospechosos habituales: EE.UU. y Arabia

En la rueda de prensa del jueves Putin acusó a los países de Occidente de conspirar para debilitar Rusia, y de construir un Muro de Berlín "virtual" para separarlos de Europa.

El gobierno ha acusado directamente a Washington y a Riyad, capital de Arabia Saudita, como responsables del colapso en el precio petrolero con el objetivo de debilitar a Rusia y a Irán.

Pero incluso esto no absolvería a Putin de su responsabilidad por la crisis rusa.

Uno de los principales temas de discusión en Moscú en la última década, tanto en círculos liberales como conservadores, ha sido cómo construir una economía capaz de soportar las salvajes oscilaciones del precio petróleo.

Existe un pleno conocimiento de la vulnerabilidad del rublo. De hecho, hay consenso entre la élite política de que mientras el 60% de las ganancias por exportaciones de Rusia provengan del petróleo, los mercados no tratarán al rublo más que como una "petromoneda".

El sordo Putin

Hubo reportes de los servicios de inteligencia y de organizaciones dedicadas al análisis de la situación política y económica, como el Instituto de Desarrollo Contemporáneo, advirtiendo que la economía rusa era un rehén de los mercados financieros occidentales y de sus posibles manipulaciones.

Por otra parte, Putin ha ignorado consejos como los de Yegor Gaidar, quien fuera primer ministro inmediatamente después del colapso de la Unión Soviética en 1992.

Gaidar escribió un largo llamado de atención a Putin, titulado El Colapso de un Imperio, explicando que la súbita implosión de la Unión Soviética se debió a la caída de los precios petroleros, gracias al acuerdo entre Estados Unidos y Arabia Saudita para incrementar la producción.

Rusia está cometiendo el mismo error. Según el escrito, la culpa es de Moscú por fundamentar su economía en barriles de petróleo, los cuales tienen un valor que es fácilmente manipulable por sus peores enemigos.

El propio gobierno sabía que la crisis petrolera era inevitable.

Vladimir Putin ignoró la estrategia 2020 de su propio gobierno, la cual preveía que "la diversificación estructural de la economía debía hacerse visible en la diversificación de las exportaciones".

Ignoró las peticiones de Dimitri Medvedev, hechas como primer ministro y como presidente, cuando en el 2009 le preguntaba a los rusos: "¿Puede una economía basada en materia prima y con una corrupción endémica llevarnos al futuro?".

Incluso el todopoderoso asesor del Kremlin, Vladislav Surkov, quien actualmente dirige la operación en Ucrania, advirtió en 2010 que "no somos como Kuwait… No podemos ser un pequeño y próspero emirato".

"Somos un país grande que no podrá alimentarse del petróleo. Debemos aprender a hacer dinero con nuestros cerebros".

Los proyectos de Medvedev y Surkov de crear un parque científico en Skolkovo, en las afueras de Moscú, quedaron reducidos al mínimo.

Mientras tanto, Putin pareciera preferir los dramas a ritmos acelerados como Ucrania y Siria, que dedicarse a atender el desarrollo progresivo de una industria que da sus primeros pasos promoviendo tecnología y pequeños negocios.

La tormenta perfecta

"Nos encontramos en una tormenta perfecta y me imagino que no se debe a un accidente, porque de alguna forma creamos esta tormenta para nosotros mismos", dijo el ministro de Economía, Alexei Ulyukayev, el jueves pasado.

Putin, por su parte, comentó: "No hemos hecho mucho de lo que estábamos planeando hacer para diversificar nuestra economía en los últimos 20 años".

Luego agregó: "la vida misma" se encargará ahora de hacer que la tarea se realice.

Y después retomó las acusaciones contra Occidente.

Sería más preciso decir que la responsabilidad recae en Putin y en los políticos que no lo desafiaron y desaprovecharon la oportunidad de construir una economía robusta cuando aún podían lograrlo.

• Ben Judah, analista y escritor de “El Imperio Frágil: cómo Rusia se enamoró y dejó de amar a Vladimir Putin”. Actualmente escribe un libro sobre Londres como ciudad global.