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La sinagoga que se convertirá en mezquita en Marsella

El mayor puerto de Francia es reconocido por ser una ciudad de tolerancia y diversidad pero cambios demográficos y recientes ataques extremistas en París están dividiendo comunidades integradas de judíos y musulmanes.

BBC Mundo

Domingo 8 de mayo de 2016

Lucy Williamson BBC

Por primera vez, una sinagoga en la ciudad francesa de Marsella está en proceso de ser vendida a una organización que tiene planes de convertirla en una mezquita.

Durante décadas, esa diversa ciudad porteña ha sido conocida por su tolerancia y convivencia, pero la venta de la sinagoga es una señal de cambios a lo largo de líneas étnicas y religiosas.

Marsella siempre ha sido un lugar de segundas oportunidades. A la vuelta del viejo puerto, donde mucho migrantes norafricanos tocaron Francia por primera vez, hay un pequeño centro comunitario donde los jóvenes más problemáticos son instados a jugar billar en lugar de dedicarse a la delincuencia.

Samir, el trabajador social del centro, me dice que la mayoría de los muchachos en el programa son musulmanes. Pero enel crisol que es Marsella , nadie se da cuenta de eso, dice.

"Marsella es una ciudad de inmigrantes, tiene el mayor puerto de Francia", explica.

"Durante siglos le ha dado la bienvenida a personas de diferentes países y todos vivimos juntos muy bien. Aquí en el sur, tenemos sol, la playa; no estamos estresados, no hay racismo aquí".

Transformación

Pero hay cambios. A unos metros de distancia, al final de la calle, hay una fuerte señal de eso: un edificio impersonal de color amarillo que solía ser la sinagoga Or Thora. Sus muros están ahora cubiertos de grafiti, sus puertas trancadas.

La sinagoga fue en una época el corazón de una boyante comunidad judía que, a medida que sus familias tuvieron mayor prosperidad, se fue trasladando a lugares más exclusivos de Marsella. En su lugar han llegado familias musulmanas.

 

A medida que prospera, la comunidad judía se ha ido trasladando a lugares más exclusivos.

Esa es la razón por la cual el gran rabino de la ciudad, Ruben Ohana, ha dado permiso para que la vieja sinagoga se venda a una organización musulmana conservadora llamada Al Badr, que tiene planes de convertirla en mezquita.

Por supuesto que la decisión de cerrar la sinagoga necesitaba cuidadosa consideración, me cuenta el rabino: "Si es necesario cerrarla, es mejor venderla que abandonarla. Y si va a ser vendida, es mejor que se transforme en un lugar de oración en vez de una tienda o una discoteca".

Sus feligreses, en su mayoría, también tendieron a aceptar el cambio.

"Es decepcionante ver a la comunidad judía salirse del centro de Marsella y ver a otra religión adueñarse de ese edificio", menciona una mujer. "Pero que así sea".

"Era inevitable", dice un hombre. "La población judía se había ido del vecindario".

"No me importa que se convierta en mezquita", expresa otra mujer. "Pero no quiero que estén predicando el odio allí".

Comunidades unidas y separadas

Hace poco más de medio siglo, a medida que Francia abandonaba sus colonias en el norte de África, las poblaciones judía y musulmana se dispararon.

Para los años 1980, el número de judíos en el norte de África había caído de casi medio millón a unos 17.000. La mayoría había emigrado a Francia.

Entretanto, la población musulmana en ese país creció a más de un millón. Marsella sigue teniendo las más numerosas comunidades de ambas.

 

La comunidad musulmana en Marsella ronda los 200.000.

Cuando llegaron a Marsella, los judíos y musulmanes del norte de África hablaban el mismo idioma, compartían la misma cultura y vivían, trabajaban y compraban en los mismos vecindarios de migrantes.

En contraste a otras grandes ciudades como París, se acomodaron en el centro urbano.

Con el paso de los años, Marsella se ha convertido en sinónimo de diversidad y convivencia pero la historia de esta pequeña sinagoga local cerca del puerto también es una historia de separación.

Vincent Geisser, un sociólogo de la Universidad de Aix-Marseille, comenta que las antiguas comunidades mixtas que volvieron famosa a Marsella han desaparecido de la ciudad. Judíos y musulmanes, dice, ahora viven "en paz pero separados".

"Es triste tener que decirlo", me relata, "pero las únicos sitios que tienen en común son las zonas comerciales, como la gran calle donde los jóvenes vienen a comprar prendas de moda los sábados. Es una exageración decir que Marsella actualmente sea la ciudad de la hermandad; es un mito, una leyenda".

Maud Mandel, especialista en poblaciones judías y musulmanas en Francia de la Universidad Brown, en Estados Unidos, cree que las semillas de la separación se plantaron precisamente cuando Francia se estaba retirando del norte de África.

"Francia adoptó una medida de dividir y conquistar con las poblaciones de sus antiguas colonias, otorgando ciudadanía francesa a los argelinos judíos después de la independencia, mas no a los argelinos musulmanes", indica.

"Después de la Segunda Guerra Mundial, en Francia hubo una tremenda crisis de vivienda, así que frecuentemente terminaban viviendo lado a lado", explica. "Pero los migrantes judíos tenían acceso a recursos y apoyo que los musulmanes no tenían. Seguían trayectorias socioeconómicas completamente diferentes ".

Identidades en cambio

A la vuelta de la esquina de la sinagoga Or Thora se encuentra la mezquita Bilal, dirigida por el imán Moussa Koite.

Es uno de casi 100 centros de oración que sirven la ciudad pero ya no dan abasto para la creciente población musulmana aquí, estimada en unos 200.000 .

"Todos los viernes rechazamos a más de 100 personas", revela Koite. "Hacen fila frente a la puerta. Por eso es que la sinagoga es buena, la necesitamos. Ya se acerca el Ramadán y vamos a necesitarla más. En toda la ciudad necesitamos más de 10.000 espacios más para que la gente rece".

 

El imán Moussa Koite busca más espacio para las oraciones de sus feligreses.

La más pequeña comunidad judía de Marsella también encuentra que necesita más espacio para rezar, en otras partes de la ciudad, especialmente después de los ataques en París, el año pasado.

Su crecimiento se ha estancado, inclusive disminuido, durante años. Pero el rabino Ohana dice que en reemplazo de dos sinagogas clausuradas, incluyendo Or Thora, ha construido cinco nuevas, porque de los residentes judíos son más los que están llegando para rezar.

"La comunidad siente la necesidad de congregarse cuando ha sido atacada", expresa. "Los judíos sienten que son blanco. Están viviendo bajo la amenaza de terrorismo. Más y más padres están enviando a sus hijos a escuelas y centros comunitarios judíos para protegerlos".

Pero los ataques también han aumentado la salida de las familias judías de las zonas mixtas de la ciudad, dice, por el temor de islamistas radicales marginados.

De vuelta en el centro comunitario, Samir me cuenta que los ataques en París han generado mayor discriminación contra los musulmanes, de parte de empleadores y también de los vecinos que no son musulmanes.

 

Más judíos buscan lugares de oración, como la sinagoga Or Thora, desde los ataques en París.

"Cuando vamos a las zonas más acomodadas de la ciudad, en estos días, no nos sentimos bienvenidos", dice.

Los líderes religiosos y políticos de Marsella todavía consultan rutinariamente entre ellos y Samir asegura tener varios amigos judíos pero las identidades están cambiando.

La religión se está volviendo más importante y el conflicto entre israelíes y palestinos, al otro lado del Mediterráneo, continúa dividiendo las opiniones.

Las comunidades en Marsella se están separando y la separación augura un futuro diferente.

Samir hace un gesto hacia adentro de la sala de billar donde un juego se está convirtiendo en una discusión.

"Ahora leen sobre Israel en Facebook", dice. "Podemos hablarles pero no podemos controlar lo que absorben de internet. La radicalización es nuestro mayor temor".