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Las tormentas de polvo que pueden arrasar Oklahoma

Las enormes nubes que polvo que en los años 30 levantaron el suelo de Oklahoma están grabadas en la memoria nacional. Hoy, muchos reconocen y temen las mismas condiciones de sequía que propiciaron aquella catástrofe.

24Horas.cl TVN

Jueves 3 de julio de 2014

Una nube de polvo amenazante que se arremolina sobre un campo reseco en Oklahoma recuerda el poder destructor de la sequía.

Aquí, cuando la tierra está muy seca, los vientos pueden arrancar dos centímetros de suelo valioso en solo 24 horas, un suelo fértil que ha necesitado siglos para formarse.

Durante los años más áridos, cada acre de tierra cultivable puede perder hasta 70 toneladas de suelo y entonces, donde sea que caiga el polvo, puede asfixiar los cultivos sobre los que se deposita.

En la región de Oklahoma Penhandle, la más remota área del estado, las lluvias recientes han sido tan escasas que han despertado los temores de que puedan volver las escenas apocalípticas del llamado "Dust Bowl" (cuenco de polvo) de la década de 1930.

En aquel entonces, colapsó la agricultura y miles de personas se marcharon.

Millard Fowler, de 101 años y superviviente de esa época, recuerda haber buscado refugio ante las "arrolladoras nubes negras" del Dust Bowl y reconoce condiciones similares este año.

"Alguien me preguntó si las tormentas de polvo ocurrirían otra vez y yo dije 'ya lo han hecho'".

"Hemos tenido tormentas de polvo bastante buenas esta primavera".

COMO PERDER A UN SER QUERIDO

Una de las peores fue filmada por una lugareña, LeLayne Tapp, y el video muestra cómo el polvo se devora la comunidad de Boise City, volviendo naranja la luz del sol y haciendo que las carreteras sean intransitables.

Un granjero, J.B. Stewart, me dijo mientras observaba uno de sus campos de trigo arruinados que había vista muchas sequías, pero esta última es "descabellada" por su duración.

"He visto sequías en 50 años pero nada tan devastador como lo que hemos tenido en los últimos dos o tres años", dijo.

"Hemos perdido la cosecha y ahora tenemos que ver cómo hacemos para evitar que el suelo se vuele", explica su hijo Jarod, la quinta generación de la familia que cultiva esta tierra.

"Yo lo compararía con la muerte de un ser querido: uno cuida este cultivo e invierte en él y luego lo ve morir, es devastador".

En varias partes del estado, se reconoce que la sequía ha comenzado hace tres años y medio con entre 70 y 127 cm menos de lluvia que el promedio en todo ese tiempo.

"La sequía ahora mismo es la peor en décadas, especialmente en el oeste de Oklahoma", le dijo a la BBC el climatólogo Gary McManus.

"Esto ha tenido un gran impacto en nuestra economía. Si observas la agricultura, sólo en 2011-2012 se perdieron U$2.000 millones en cultivos y ganado".

McManus destaca el registro de lluvias en la estación meteorológica de Boise City en medio de una de las áreas más golpeadas, Cimarron County, donde el total de octubre de 2010 a junio de 2014 fue solo de 109 cm.

Para hacerse una idea, en un período equivalente en los años 30, un tiempo de extraordinaria dureza, Boise City recibió 104 cm de lluvia.

EL CUENCO DE POLVO

En aquel entonces, enormes tormentas de polvo destruyeron zonas de cultivo tan grandes que un periodista, reportando lo que se convirtió en una catástrofe humana y medioambiental, acuñó el término "Dust Bowl".

Años de sequía, exacerbados por malas prácticas de cultivo, dejaron los campos sin vegetación y sin ninguna protección, y el suelo vulnerable a los vientos.

En una notable tormenta de abril de 1935, el polvo fue barrido hasta Washington D.C, donde alertó a las autoridades federales de la pesadilla que se estaba desencadenando.

La ruina de las cosechas y del sustento quedó grabada en la memoria nacional en obras literarias como "Las uvas de la ira", de John Steinbeck, que relata las vicisitudes de la familia Joad.

Desde entonces, cambios importantes en las políticas de agricultura han amainado el impacto de la sequía.

La técnica de "no arar", que deja los rastrojos deliberadamente en los campos, reduce la cantidad de tierra cultivable expuesta a merced del viento.

Y los agricultores pueden ahora comprar seguros de cultivos apoyados por el gobierno y recibir fondos para plantar hierbas naturales más capaces de soportar la sequía.

Pero lo que ha impresionado a muchos en esta región es que la lluvia ha sido tan poca que incluso algunos de los campos con mejor mantenimiento se han convertido en pequeños cuencos de polvo.

TEMORES

Rick Kochenower, agrónomo de la Universidad Estatal de Oklahoma, desarrolla nuevas técnicas de rotación de cultivos y conservación del agua.

Según él, las condiciones actuales dan miedo y "hacen que uno se sienta indefenso".

"Tratamos de hacer lo correcto y tenemos la tecnología moderna, pero la madre naturaleza aún dicta lo que ocurre, ella tiene la fuerza, todas las plantas necesitan agua para crecer", dijo Kochenower.

Una pregunta esencial que muchos se hacen es si las sequías futuras serán más intensas.

Stewart, el agricultor, se pregunta si el largo período de lluvias abundantes que disfrutó entre los años 70 y 80 significa que puede haber un período igual de largo de pocas lluvias por venir.

Otros siguen con avidez la información sobre el fenómeno El Niño, que podría traer humedad a Oklahoma.

Renee McPherson, de la Universidad de Oklahoma, dice que la región experimenta un clima muy variable pero que los modelos sugieren habrá un aumento de las temperaturas máximas este siglo.

Eso podría incrementar la evaporación desde el suelo y la transpiración de las plantas.

"Estamos menos seguros de lo que pasará con nuestros patrones de precipitaciones, pero incluso si se mantienen iguales, veremos más sequedad con esos incrementos de temperatura", explicó.

"No sabemos cómo serán las sequías en el futuro –si serán más largas– pero creemos que debido al aumento de temperatura serán más intensas".

A Millard Fowler, el sobreviviente del Dust Bowl, le preocupa que aunque los agricultores tienen apoyo, la vida será más dura porque empezarán a faltar suministros y aguas subterráneas que se usan para irrigación.

"Hay quedan muy pocos viviendo de las granjas. Se han mudado a las ciudades donde pueden tener televisión", cuenta.