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Los detectores de metales que salvan matrimonios

"Los halladores de anillos" son unos cazatesoros que usan sus detectores de metales desinteresadamente. Pero para los fabricantes de las máquinas es un buen negocio que está creciendo en América Latina y África.

24Horas.cl TVN

Domingo 9 de noviembre de 2014

Zoe Kleinman BBC

Son las nueve de la mañana de un frío domingo de invierno y el viento sopla con fuerza sobre el campo recién arado.

Estamos en algún lugar de la costa sur de Reino Unido. El paisaje está desierto, a excepción de un hombre concentrado con su detector de metales.

El instructor de vuelo Richard Higham es un buscador de tesoros en su tiempo libre y está convencido de que este campo es una mina de reliquias del pasado.

Las pistas que tiene a la vista le sugieren que alguien en algún momento, hace mucho tiempo, consideró este lugar como su hogar.

Tumultos funerarios, fragmentos de cerámica y las distintivas líneas en la maleza que todavía se intuyen en el paisaje son las huellas de un antiguo huerto.

Pone en marcha su detector de metales, un modelo de rango medio con GPS, y comienza la búsqueda.

 

Higham no le presta atención a la mayor parte del barullo que hace la máquina. Puede diferenciar entre diferentes metales y en muchos casos no vale la pena desenterrarlos.

"En un buen día puedes encontrar ocho artefactos. Alrededor del 25% de lo que encuentras puede tener algún valor", dice Higham.

Su sesión cazatesoros más larga duró 14 horas, pero en esta ocasión la suerte o las habilidades detectivescas de Higham están de su parte.

En menos de 45 minutos, el detector emite un sonido muy agudo y ondulado, como una guitarra eléctrica mientras es afinada.

Poco después, tengo en la palma de mi mano una moneda pequeña, verdosa y mal redondeada.

 

Higham supone que la pieza, de cobre, con la efigie de un emperador romano, puede ser de los años 160 ó 260 antes de nuestra era.

"Eres la primera persona que tiene en su mano esa moneda en 1.800 años", me dice Higham.

Seguramente es emocionante, pero para Higham la caza de tesoros va más allá de su fascinación por la historia.

Recuperar anillos

 

Higham pertenece a un colectivo global llamado "Los halladores de anillos", un directorio en línea de más de 250 detectores de metales que tratan de retornar joyas perdidas a sus dueños.

Todo lo que piden a cambio son los gastos de viaje y una donación a una organización benéfica.

La fundó Chris Turner, que vive en Vancouver, Canadá, y tiene un video blog sobre sus éxitos.

Turner asegura que sus "halladores de anillos" han devuelto a sus dueños más de 1.500 piezas de joyería con valor de US$3.600 millones.

Recordando el caso de una mujer que perdió su diamante de boda, habla de una causa común de anillos perdidos.

"Se enfadó con su marido y tiró el anillo sobre una zona de hierbas cerca de la universidad", escribió en el blog.

"Lo creas o no, es algo muy común. No son muchos los que lo dicen en mis videos, porque no quieren aparecer hablando de una búsqueda así", comenta.

Highman también recuerda una pareja que le pidió que los ayudara a buscar un anillo que aparentemente había acabado en un río después de una discusión, pero nada era lo que parecía.

"Fue el hombre el que se puso en contacto conmigo. Luego ella me llamó y me dijo que en realidad no había perdido el anillo, sino que lo había empeñado", recuerda.

Quería conseguir una réplica hecha para él, para "encontrarla".

"Decidí no meterme en eso", afirma Higman con diplomacia.

 

Todo lo que brilla

Pese a que a muchos en la comunidad de detectores de metales no los mueve el dinero, es una industria que ha demostrado ser fructífera para los fabricantes de herramientas.

Los detectores de metales funcionan generando un campo electromagnético que se transmite al suelo. Cualquier metal que entre en contacto, genera su propio campo, lo que es detectado por el dispositivo.

Una de las marcas más grandes es Minelab, que reportó beneficios de US$70 millones en 2012 en sus tres divisiones principales: detectores para consumo, equipos para mineros de oro de pequeña escala y detectores de minas para zonas en conflicto armado.

 

"El negocio de consumo cubre sobre todo a los detectores aficionados", comenta el gerente de ventas regional, Vincent O'Brien. Históricamente, se consideraba una actividad del primer mundo: Estados Unidos, Europa Occidental y Australia".

"Pero ahora estamos creciendo en nuevos territorios: Rusia es un mercado enorme, Europa Oriental y América Latina", agrega.

"Los equipos de detección para minería de pequeña escala, para encontrar pepitas de oro, están creciendo en popularidad en África, Asia y Sudamérica".

 

Según O'Brien, se puede decir que "en los últimos cinco a siete años el oro se ha disparado significativamente".

"El interés que ha despertado el oro ha puesto a nuestras máquinas en el punto de mira", añade.

"Hay probablemente más conciencia del valor del oro en África donde tal vez no lo había antes. En algunos países el oro siempre estuvo, pero era ignorado porque los diamantes estaban en boga".

Un reportaje de Business Africa en el que se hablaba de Minelab publicó que para muchos aficionados a la detección de metales en ese continente un hallazgo puede cambiar la vida para siempre.

Un cazador de tesoros aficionado en Burkina Faso, llamado Souleymane, relató que encontró suficiente oro como para comprar tres lotes de tierra, tres motocicletas y otros tres detectores de metal.

Además, pudo enviar a sus diez hijos a la escuela.