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Los paraguas británicos seducen a los ricos extranjeros

Para los británicos, el paraguas es un bien útil y necesario. Pero en su versión de lujo se ha convertido en los últimos años en un objeto deseado por clientes potentados en el exterior.

24Horas.cl TVN

Lunes 3 de febrero de 2014

Son el producto inglés por excelencia: las inclemencias del tiempo obligan a los británicos a llevar siempre uno consigo. Pero en su versión de lujo, los paraguas se han convertido un objeto deseado para los ricos en el extranjero. Por primera vez este año, por ejemplo, las exportaciones de la casa tradicional de paraguas de Londres Fox Umbrellas, han superado a las ventas domésticas.

Resmas de hojas de oro, trozos de plata sólida moldeados en forma de cabeza de caballo y metros y metros de telas de vivos colores en medio de una cacofonía de martillazos y chirridos.

Las salas interconectadas de este taller parecen algo así como una cueva de Aladino para adultos, donde las máquinas operadas por expertos trabajadores de ágiles manos no cesan de trabajar.

Estamos en el corazón de la fábrica de paraguas Fox Umbrellas. Esta empresa fue fundada durante la época de la reina Victoria y, sus descendientes, todavía son clientes.

"El príncipe Carlos le compró a su padre uno de nuestros paraguas para las carreras", dice Ray Garrett, dueño de la compañía. "Tiene un mango especial con un lápiz para marcar la tarjeta de las apuestas".

También han hecho paraguas para John Steed el agente secreto de "Los vengadores" y para Mycroft Holmes, de la serie "Sherlock" de la BBC.

El mercado doméstico ha sido tradicionalmente el que genera mayores ingresos, pero las exportaciones también han sido cruciales para la fábrica.

A John F. Kennedy, cuando era presidente de Estados Unidos le gustaba uno que tenía como adorno una cadena de oro, dice Garrett.

Aunque el paraguas más extravagante que salió de esta fábrica en Croydon, en el sur de Londres, fue un modelo de oro comisionado especialmente para el Sultán de Brunei.

"El marco estaba bañado en oro, la tela estaba hecha de hojas de oro y el mango estaba cubierto de diamantes y rubíes", recuerda.

“En su momento costó US$25.000, no quiero ni pensar lo que puede costar ahora".

SIEMPRE LLUEVE EN ALGUNA PARTE DEL MUNDO

Los clientes privados son sólo una parte. El grueso de las ventas lo componen las grandes tiendas como Bloomingdale's en EE.UU. y Mitsukoshi en Japón. No obstante, las economías emergentes son cada vez más importantes.

"Vendemos a Estados Unidos, Australia, Europa Occidental, China y cada vez más a Rusia", explica Garrett.

"En Rusia y China la nueva clase media quiere comprar productos británicos tradicionales y bien hechos", acota.

El año pasado, las exportaciones superaron las ventas domésticas por primera vez: el 54% de las órdenes de compra provinieron del extranjero.

Fox vende unos 20.000 paraguas al año en Reino Unido, y, a pesar de la crisis financiera cada año crecen las ventas.

En la sala de corte del taller Garrett está rodeado de rollos de tela de colores fuertes.

"Italia y Alemania prefieren colores oscuros, mientras que Japón tiende a los tonalidades más claras", dice y se acerca a una mesa con retazos de telas de llamativos diseños. Son muestras de nuevos estampados de Liberty para fabricar paraguas para exportar este año a Japón.

Los colores son brillantes, de verano. Garrett explica que en Japón hay demanda de paraguas cuando el clima es húmedo pero también en la temporada seca: en el verano los usan como parasoles.

Tener una clientela internacional garantiza que la compañía no sufra con el cambio de estaciones, porque "siempre está lloviendo en alguna parte del mundo".

"Si hay sol en un país, habrá lluvia o llovizna en otro", explica.

"EL ROLLS-ROYCE DE LOS PARAGUAS"

Los paraguas no son baratos, el más económico cuesta US$66 y los más caros pueden llegar a costar miles de dólares, pero Garrett afirma que la recesión no le afectó.

"La gente que puede gastar siempre querrá comprar productos de buena calidad. Nuestros clientes están dispuestos a gastar dinero en un producto de primera categoría. Podríamos decir que somos el Rolls-Royce de los paraguas".

Pero la calidad implica tiempo y esfuerzo. Decenas de personas participan en su proceso de fabricación.

Jan Johnson, plancha en mano, está de pie frente a un paraguas abierto. Me explica que planchar el material sirve para algo más que para darle un acabado prolijo.

"Una vez que han sido planchados los ponemos en el piso, para que cuando se enfríen, se acomoden perfectamente a la forma de la estructura. Yo plancho alrededor de 40 al día".

Aprender cada una de las especialidades, como darle forma al mango o encargarse del montaje pude tomar años y muchos de los empleados de Fox han trabajado toda su vida en la fábrica.

Johnson ha estado en la compañía por 13 años y Gloria Plonka, una de sus colegas, 55.

Los mercados emergentes pueden resultar cruciales para la supervivencia de la empresa, pero la experiencia de sus trabajadores es invaluable.