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Los riesgos de usar electrodos para estimular el cerebro sin supervisión

Pensar más rápido y tener más foco son las promesas de una técnica que, según los científicos, saltó demasiado pronto de los laboratorios a los hogares del público general. Sepa por qué.

24Horas.cl TVN

Lunes 25 de agosto de 2014

Pensar más rápido, tener más foco. Dos cosas que, según estudios científicos, pueden lograrse con kits de estimulación cerebral. Para ello existen dispositivos desarrollados en y para laboratorios, donde se usan en forma controlada y bajo supervisión médica.

Pero hay una tendencia cada vez más creciente a que sean utilizados sin control especializado en el ámbito privado, más que nada en la comunidad de usuarios de videojuegos. Hay empresas que ya venden productos de este tipo para el público general vía internet e incluso hay usuarios que se aventuran a fabricar los suyos propios.

Todo esto ha despertado voces de alerta en el mundo científico, que piden que la tecnología sea regulada.

¿En qué consiste? Se llama estimulación transcraneal de corriente directa (TDCS, por sus siglas en inglés). A través de unos electrodos colocados en el cuero cabelludo, una pequeña corriente eléctrica pasa a través del cráneo, estimulando las neuronas.

La Fuerza Aérea de EE.UU. y la matemática

Se supone que esto hace a las neuronas más proclives a activarse y ciertas investigaciones preliminares sugieren que la estimulación eléctrica puede, además de mejorar la atención, tener un impacto positivo en personas con dificultades cognitivas y con depresión.

De hecho, la Fuerza Aérea de Estados Unidos está usando la TDCS como una herramienta para intentar mejorar el desempeño de sus pilotos de drones. También se ha demostrado que mejora el rendimiento a la hora de resolver problemas de matemática, una mejora que se mantuvo tras seis meses de haber sometido a los sujetos de prueba a las corrientes eléctricas.

Lea: Estimulación eléctrica cerebral para hacer mejores militares

Los científicos advierten de riesgos impredecibles de la estimulación cerebral hecha en casa.

Es posible que estudios como estos son los que hayan llevado a que ciertas compañías decidieran vender la tecnología al público general, promoviéndola especialmente entre los usuarios de videojuegos, a quienes dicen que les permitiría mejorar su rendimiento.

Una de las empresas promociona así su producto: "Un dispositivo para jugadores, hazte cargo... sube las revoluciones (overclock, en inglés) de tu cerebro".

Otra se pregunta: "¿Puedes aprender un 20-40% más rápido, reducir el dolor, sentirte mejor, incrementar tu energía o reducir el estrés con TDCS? Las investigaciones dicen ¡SÍ!".

Resultados impredecibles

Pero los científicos advierten que, a fin de cuentas, se están aplicando electrodos sobre el cerebro, algo que puede tener resultados impredecibles; y que si estos dispositivos se usan de forma incorrecta podrían resultar dañinos.

Por ejemplo, podrían afectarse regiones del cerebro diferentes de las que se pretende estimular y, en algunos casos podría empeorar en lugar de mejorar las funciones si se revierte la polaridad.

"(Las empresas) hacen afirmaciones sobre videojuegos, que es algo que está muy lejos del tipo de tratamiento de pacientes de ictus o gente que sufre de depresión", advierte Hannah Maslen, de la Oxford Martin School en la Universidad de Oxford.

"Si uno afirmara que es un tratamiento, que el dispositivo alivia síntomas o trata enfermedades reconocidas, el dispositivo automáticamente caería bajo la normativa acerca de dispositivos médicos y la legislación asociada".

El grupo de Maslen no quiere restringir el acceso a dispositivos de mejora cognitiva, pero quiere que los consumidores tengan "la información necesaria para determinar qué riesgos están dispuestos a tomar en la búsqueda de potenciales beneficios".

"Calma y cautela"

En opinión de Roy Cohen Kadosh, de la Universidad de Oxford, y a cargo del estudio sobre el impacto de la TDCS en el desempeño en matemática, "uno puede usar una estimulación que no sea beneficiosa para uno, hay que saber por cuánto tiempo estimular, a qué hora hacerlo y qué intensidad utilizar".

Recientemente otro grupo de científicos han llamado a la "calma y cautela" respecto a estos dispositivos, ya que pueden provocar convulsiones y cambios en el estado de ánimo.

Los científicos utilizan estos dispositivos en ambientes controlados y bajo supervisión médica.

Uno de estos investigadores, Nick Davis, de la Universidad de Swansea, explica que porque el cerebro sigue en desarrollo hasta los 20 años la estimulación en personas de esa edad o menos podría tener un impacto aún mayor.

A Davis le resulta más preocupante todavía que haya gente que fabrica sus propios kits de estimulación cerebral.

Dispositivos caseros

Hay diversas fuentes de información en la web para eso: foros, sitios web y demás. En un foro en Reddit aparecen mensajes de personas que se han "quemado el cuero cabelludo".

Otro usuario dice allí: "Aparentemente me enojo con mayor frecuencia", tras utilizar la TDCS.

"Es probable -dice Davis- que estas personas lo hagan en dosis mayores que las que un científico o clínico aplicaría sobre un paciente y que tengan menos conciencia de los riesgos potenciales".

Compañías apresuradas

Otra preocupación de la comunidad científica es que estos dispositivos no están aún preparados para el mercado general, algo que ha señalado Steven Novella, neurólogo de la Universidad de Yale.

Dice que las compañías se están apresurando a saltar sobre la publicidad en torno a investigaciones que aún no están listas para salir al mundo, sólo porque "suenan avanzadas y sexy".

"Hay mucha evidencia publicada que podría hacer parecer que estas son terapias probadas, pero creo que el marketing está un par de pasos por delante de la ciencia".

"Cualquier dispositivo sobre el que se afirma que puede afectar nuestras funciones biológicas debería estar apropiadamente regulado. La regulación es lo único que crea la motivación para gastar el dinero necesario y dedicar el tiempo suficiente para hacer las investigaciones que se requieren", agrega.

Nota con información de Melissa Hogenboom, reportera científica de BBC News