Guido Martinetti y Federico Grom pusieron la tradición y su pasión en el corazón de su empresa.
Abrir un negocio nuevo puede ser una aventura solitaria, pero no para Guido Martinetti y Federico Grom pues son mejores amigos.
En una época en la que muchos startups se enfocan en nuevas tecnologías, ellos prefirieron poner la tradición y su pasión -la comida- en el corazón de su empresa.
Los dos amigos empezaron su negocio de gelato, Grom, sin ninguna experiencia en la industria alimentaria. Martinetti, con un doctorado en Economía, estaba trabajando como asesor y Grom, con su maestría en producción de vinos, los hacía.
"¡Nuestra misión era hacer el mejor gelato del mundo y no sabíamos cómo hacer ningún gelato!", exclama Grom al conversar con la BBC.
Pero esa realidad no los acobardó y el negocio no ha dejado de fortalecerse, expandiéndose de manera que pasó de tener dos empleados en 2003 a casi 700 hoy en día.
'Gelato' no 'helado'
Muchos piensan que 'gelato' es sólo la palabra italiana para el helado, pero estos dos empresarios aclaran que se trata de un producto distinto.
La palabra se deriva del latín "gelatus" que significa "congelado", y se puede rastrear la historia italiana de los postres fríos hasta la antigua Roma.
Según Martinetti y Grom, la diferencia entre el helado y el gelato es la cantidad de grasa.
"En el helado hay un promedio de 18% mientras que en el gelato italiano sólo hay 10%", explica Grom.
Los positivos y los negativos
Fue Martinetti quien tuvo la idea inicial. Le propuso a Grom que si conseguían los mejores ingredientes podían hacer un gelato de calidad superior.
"Pensé: '¡está loco... hay una historia de helado en cada esquina de Italia!'", recuerda Grom quien, a pesar de ello, se puso a hacer el plan de negocios y se lo presentó a Martinetti.
"Le dije: 'Tenemos un punto muy positivo: nuestra amistad. La experiencia será increíble y nos divertiremos. Ahí se acaban los puntos positivos. Puntos negativos: nuestra misión es hacer el mejor gelato del mundo y no sabemos cómo hacer ningún gelato. El plan es abrir seis locales en cinco años y no sabemos por dónde empezar. Y no tenemos fondos".
"Guido me miró durante cinco segundo y dijo: '¡listo, hagámoslo! 50, 50'. Y pensé: 'este tipo está completamente loco. Ok, lo haremos".
Así, ambos decidieron lanzarse a la aventura.
Los valiosos excrementos
La única regla que tenían cuando empezaron era no olvidar su principio rector: crear el mejor gelato del mundo.
Eso ha implicado, por ejemplo, gastar grandes cantidades de dinero en el estiércol más caro para abonar la tierra de su granja orgánica, ubicada en las afueras de Turín, para poder cultivar la fruta que usan en sus productos.
"Para hacer el mejor gelato del mundo, uno tiene que disponer de la mejor materia prima y para tener la mejor materia prima, se necesita el mejor estiércol del mundo", declara Martinetti.
"Así que uno necesita un estiércol bastante maduro y ese es muy costoso".
Grom se ha beneficiado del gusto que tienen los italianos por los gelatos de primera calidad a pesar de que la situación económica no ha estado fácil.
Según la investigación de la empresa de investigación Euromonitor, las ventas de helado "artesanal" se han doblado en Italia cada año desde 2008.
No obstante, Martinetti y Grom admiten que se vende menos en la cuarta semana de cada mes, lo que pone en evidencia la presión sobre la renta familiar en los últimos días antes de recibir el salario.
El tener que superar los problemas causados por la peor crisis económica experimentada en Europa en muchas décadas ha hecho de manejar un negocio en su patria todo un reto.
"Italia es el mejor lugar para vivir, el mejor para pasar las vacaciones, pero invertir es difícil", señala Grom.
"No es tanto por los impuestos sino por el costo de la mano de obra. Tenemos una política social muy fuerte, pero cuesta mucho".
A pesar de ello, a este par de mejores amigos les alentará saber que Euromonitor predice que a los italianos no se les van a quitar las ganas de comer gelato en los próximos años, pase lo que pase con la economía de Italia.