JM Pinochet BBC Mundo, Deportes, @JMPinochet
Gareth Bale, Luis Suárez y Wayne Rooney. ¿Podrán defender otros colores y escudos?
El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, está dispuesto a romper todos los récords en el fútbol por satisfacer un capricho llamado Gareth Bale. El uruguayo Luis Suárez busca forzar su salida de Liverpool y el inglés Wayne Rooney, otrora imagen de Manchester United, se siente maltratado por los actuales campeones de la Liga Premier.
Marginado por los diablos rojos, la principal estrella del fútbol inglés se deja querer por el Chelsea de José Mourinho.
Los tres jugadores más cotizados que hay actualmente en el mercado del fútbol europeo, tentados por multimillonarias ofertas económicas o retos deportivos, buscan cambiar de aires pero sus clubes Tottenham (Bale), Liverpool (Suárez) y Manchester United (Rooney) no quieren vender.
Tanto Bale como Suárez son cruciales para el futuro de sus respectivos equipos. El caso de Rooney es diferente, pero su posible venta perjudicaría a su actual club al reforzar a un rival directo de cara a los títulos en disputa.
Rebeldía vs. Victimismo
Este pulso de poder se repite cada año. Jugadores y clubes utilizan todo tipo de estrategia y fórmulas para conseguir sus objetivos.
Los aficionados de Liverpool ovacionan y defiendes a Suárez, quien ha anotado 51 goles con el club.
Ambos se entregan a los medios de comunicación, filtran rumores, se reúnen a escondidas, niegan declaraciones, rechazan ofertas y sobre todo apelan a los aficionados, que suelen pasar del delirio de una temporada por el nuevo jugador que llega a la amargura por la estrella que se va al año siguiente.
En España es común la presencia en los contratos de una cláusula de rescisión, que es el precio que los clubes exigen que se pague en caso de que un club quiera comprar a su jugador. En Inglaterra no suele utilizarse esta figura legal, aunque Suárez sigue argumentando que en su contrato quedó establecido el precio de venta, que Arsenal ofreció (£40.000.001, más de US$60 millones), pero que Liverpool rechazó.
Los rojos de Anfield asumieron el rol de víctimas. Aseguran que es Suárez el agresor, que pese a todo lo que lo han apoyado se quiere ir y que lo estipulado en el contrato no los obliga a vender. También destacan que Suárez fue suspendido 18 partidos por dos incidentes extra deportivos sobre el terreno de juego, siendo arropado y defendido por los aficionados.
Suárez, en entrevista a medios británicos, exige la salida del club alegando motivos deportivos (desea jugar la Liga de Campeones) y económicos (el club ganaría unos US$27 millones por su venta). Menciona que hace un año rechazó una importante oferta para quedarse en Liverpool, pero que le habían prometido que lo dejarían ir si el club no clasificaba a la Champions, algo que no ocurrió.
Arguye que ha dado todo por el club, anotando 51 goles -30 la temporada pasada- en 96 partidos.
El jugador amenaza con declarase en rebeldía y forzar su salida, algo que lo crucificaría a los ojos de los aficionados, para quienes el club suele ser más grande que cualquier jugador.
Es cuando aparece la memoria selectiva cuando se invierten los roles. Fue el ese mismo club de Anfield el que dejó ir al portero español Pepe Reina al Nápoles, pese a que el jugador no quería marcharse tras ocho años en Liverpool.
Más caro que Cristiano Ronaldo
Otro caso de "rebeldía" es el de Gareth Bale, quien no jugó con su club en un partido amistoso alegando una lesión (algo que también ocurrió con Suárez y Rooney).
Bale no jugó un amistoso con su club y espera ser traspasado al Real Madrid.
Bale es el capricho del Real Madrid. Mejor dicho de su presidente, Pérez, quien al parecer está dispuesto a pagar US$150 millones por el jugador, cifra muy superior a lo que se pagó en su día por el portugués Cristiano Ronaldo (US$131 millones), hasta ahora la transferencia más cara de la historia.
Desde el club no están conformes con pagar dicha cifra y, deportivamente, el Madrid no necesitaría un jugador de las características de Bale ya que cuenta con el segundo mejor futbolista del mundo (Ronaldo) y se han reforzado con la principal promesa del fútbol español (Isco).
Para el jugador el Madrid es muy tentador. Es el club con más triunfos en la Copa de Europa, posee una tradición futbolística y de títulos mucho más grande que la del Tottenham y le ofrecería al jugador una recompensa económica tres veces mayor que la que percibe en Londres.
El director deportivo de los Spurs, Daniel Levy, se ha negado a vender a su principal jugador y acusan al Madrid de no jugar limpio por su poder económico.
Pero si el Tottenham se siente la víctima en el caso de Bale, hace una semana contrató al español Roberto Soldado proveniente del Valencia, aprovechando la cláusula de rescisión establecida en el contrato del jugador.
Me quiere, no me quiere
Van Persie se convirtió en el gran ídolo de Old Trafford.
El caso de Rooney es un poco diferente. Fue la gran estrella de Manchester United durante siete años, pero fue relegado a un segundo plano la temporada pasada tras la llegada del holandés Robie van Persie (pilar con sus goles en el título conseguido por los diablos rojos).
Rooney está dolido por el desplante, se deja tentar por las ofertas que llegan desde Chelsea y busca un futuro lejos de Old Trafford.
Esta posibilidad hubiera sido impensable hace unos años para los aficionados de Manchester United, pero que comenzó a tener forma en 2010 cuando fue el mismo Rooney el que pidió ser transferido ante una supuesta oferta de los eternos rivales de la ciudad, Manchester City.
El agresor del pasado se convierte en la víctima del presente. Roles que un día los interpretan los clubes y al año siguiente asumen los jugadores.
El mercado de transferencias se cierra el próximo dos de septiembre. Lo más probable es que Bale vista de blanco en el estadio Santiago Bernabéu, Suárez deleite con sus goles a los aficionados que una vez lo pitaron en Arsenal y Rooney se adapte a una nueva vida en Londres. O no.