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"Una máquina de matar": lo que el desierto de Sonora les hace a los cuerpos de los que intentan cruzarlo

Es uno de desiertos más calurosos y grandes del mundo, localizado entre México y Estados Unidos. Muchos migrantes mueren allí porque se ven forzados a tomar rutas más remotas y peligrosas en su intento de cruzar la frontera.

24horas Administrator

Viernes 3 de junio de 2016

"Los rayos del sol te pueden cegar, debes caminar durante días bajo temperaturas de hasta 50ºC -si es verano-, o morir congelado durante el invierno, y tienes que andar por largos trayectos montañosos que son sumamente escabrosos y donde no hay ninguna ayuda si la llegas a necesitar".

Así es el trayecto por el desierto de Sonora -uno de los más calurosos y grandes del mundo localizado entre México y Estados Unidos- según lo describe Jason de León, profesor de antropología de la Universidad de Michigan.

"Después está la flora y la fauna. Éste es un medio ambiente donde todos los seres vivos, como cactus, escorpiones y víboras de cascabel, están allí para morderte, rasgarte o lesionarte. Y donde incluso con una brújula puedes perderte y pronto entrar en dificultades".

"Y muchos de los que llegan a morir simplemente desaparecen, cuando sus cuerpos son destruidos por los zopilotes (buitres)".

Según De León, el desierto de Sonora es "una enorme máquina de matar".

Y cada vez está aniquilando a más personas que intentan entrar de forma ilegal a EE.UU. procedentes de México y Centroamérica.

Las rutas

Con un área de casi 260.000 km2, el desierto de Sonora abarca grandes partes de Arizona y California, en el suroeste de EE.UU.; y de Sonora, Baja California Norte y Baja California Sur, en el noroeste de México.

Jason de León, que acaba de publicar el libro "The Land of Open Graves: Living and Dying on the Migrant Trail"(La tierra de las tumbas expuestas: vivir y morir en la ruta de los migrantes), asegura que hoy más migrantes están muriendo en esta zona desértica que en el pasado.

Porque debido a que se han incrementado el número de patrullas fronterizas en las áreas pobladas y menos inhóspitas de la frontera, los migrantes mexicanos y centroamericanos se han visto forzados a tomar las rutas más remotas y peligrosas.

De León afirma cada año se recuperan los cuerpos de entre 200 y 300 personas.

"Pero la cifra puede ser mucho más grande porque muchas veces los cuerpos quedan destruidos o simplemente desaparecen", dice el investigador a BBC Mundo.

Motivado por la falta de información sobre lo que realmente ocurre en el desierto de Sonora, De León comenzó a investigar las experiencias de los migrantes en esta ruta migratoria.

"Para documentar estas experiencias primero empezamos a recoger la gran cantidad de artefactos que los migrantes dejan en el desierto, que para mí es un tipo de arqueología", dice.

"Pero trabajando en el desierto empezamos a encontrar muertos: huesos y fragmentos de esqueletos. Y vimos que las muertes que ocurren en el desierto son muertes muy violentas".

Lo que ocurre

De León, y su equipo decidieron llevar a cabo experimentos de ciencia forense junto con entrevistas a familiares y migrantes para saber qué había ocurrido con las personas que simplemente habían desaparecido en el desierto.

En 2012 los investigadores colocaron en el desierto cuerpos de puercos, que vistieron con ropa y efectos personales, para recrear lo que ocurría con quienes habían muerto.

"Queríamos recrear el impacto del ambiente y los efectos que tienen los animales del desierto, como los buitres y los coyotes, en el cuerpo humano".

"Usamos puercos porque son los más parecidos a los humanos. Tienen órganos similares, piel, pelo, y peso similar", explica el investigador. "Pusimos cámaras para registrar lo que ocurría".

Los puercos fueron colocados en varios contextos: debajo de un árbol, en la sombra, en el sol y cubiertos con piedras, porque los migrantes cuentan que cuando alguien en su grupo muere su primer instinto es cubrir el cuerpo con rocas para conservarlos.

 

"Nos quedamos muy sorprendidos por la velocidad con que los buitres destruyen los cuerpos y los efectos personales, y esparcen los huesos a grandes distancias".

"En el verano esta destrucción ocurre en menos de 36 horas: unos 30 zopilotes se comen todo el cuerpo, separan los huesos y destruyen las pertenencias", cuenta el investigador.

"Los cuerpos que estaban cubiertos con rocas fueron destruidos mucho más rápido, porque las rocas conducen calor", dice.

De León afirma que contar con esta información sobre la destrucción de los cuerpos fue muy importante.

"Con los experimentos tuvimos datos científicos para confirmar que los buitres pueden destruir un cuerpo en menos de dos días. Esto confirmó que puede haber mucha gente que desaparece en este lugar sin dejar rastro".

"Para mi esto demuestra que los números que tenemos en las listas de muertos no son las cifras reales de las personas que se mueren cruzando el desierto".

Preparación

Para saber cómo es la realidad de cruzar el desierto de Sonora, De León entrevistó a varios migrantes y a sus familias.

Encontró que la mayoría de los que realizan el trayecto están conscientes de los peligros que les esperan.

"Muchos saben lo peligroso que es, pero dicen que no tienen otra alternativa. No pueden regresar a su país o toda su familia está en EE.UU. Muchos hondureños, por ejemplo, dicen que prefieren morirse en el desierto que quedarse en Honduras", afirma De León.

El principal problema, dice el investigador, es que es imposible prepararse para un trayecto como éste.

En el 2001, una persona pasaba dos o tres días caminando para llegar a la frontera. Ahora, con la construcción de vallas de vigilancia y el incremento de las patrullas fronterizas, los migrantes toman rutas que toman hasta doce días caminando, afirma De León.

"Es imposible llevar suficiente agua más que para dos días. Muchos no llevan mochilas grandes, sólo transportan unos 4 litros de agua y calzan zapatos deportivos. Nadie lleva brújula ni mapas porque si los atrapan con estos artículos los pueden acusar de ser traficantes de personas".

"Pero aún si llevan botas adecuadas para el camino, puedes lastimarte un tobillo o ser mordido por una víbora de cascabel. O puedes tener una enfermedad que no conocías y el desierto la agrava".

Lo peor, asegura Jason de León, es morir de sed bajo temperaturas terribles: una forma sumamente dolorosa y terrible de morir.

El investigador espera que esta información cambie la estrategia fronteriza para mejorar la seguridad de los migrantes.

"Sabemos que esta estrategia no está parando el flujo de inmigrantes. Ellos seguirán arriesgando su vida para llegar a Estados Unidos", dice el antropólogo.

"También necesitamos parar toda la retórica antiinmigrantes que estamos oyendo en este año de elecciones, como las conversaciones del muro de Donald Trump".

"Necesitamos una reforma amplia y empezar a discutir los grandes asuntos de la inmigración para poner fin a toda esta violencia y muerte que está ocurriendo en la frontera", asegura el antropólogo.