La mañana fue floja. El frío, el que fuese un día de descanso o la pereza conspiraron para que el inicio de las elecciones primarias fuera lento.
Las calles estuvieron casi vacías durante las primeras horas. Los locales de votación, también.
Sin embargo, fue la tercera edad que dando el ejemplo se dirigieron a primera hora a ejercer su derecho ciudadano. Aunque algunos jóvenes también se animaron.
En varios establecimientos del país las mesas tardaron en constituirse debido a la falta de vocales, y si bien al principio los votantes no quisieron quedarse, poco a poco fueron cediendo para ser voluntarios.
Sin embargo, al mediodía la dinámica cambió. Muchas más personas llegaron a votar, aunque los adultos mayores siguieron siendo mayoría.
Durante las primeras horas de la tarde se vivió un alto ajetreo. Los votantes se duplicaron, incluso en algunos locales se triplicaron, alargando las filas y prendiendo las primarias.
El nivel de participación se disparó y algunas mesas debieron fusionarse, provocando que el número de electores se elevara, al igual que el tiempo de espera.