Tomás Oliveira comenzó trabajando en un matrimonio y se enamoró de la cocina. Es un chef que nació en Valparaíso, hasta llegar a los restaurantes más refinados del sector oriente de la Santiago. Ha sido distinguido como chef revelación, mejor restaurante, cocinero del año, siete tenedores y premio bicentenario por su aporte a la cocina local.
A los 19 años fue papá y ante la premura de pañales y leche, un amigo lo invitó a trabajar en un matrimonio y, para su fortuna, llegó a una cocina bien ordenada. “Al ver la adrenalina de todos los maestros, la energía hizo que me enamorara a primera vista”, advirtió.
“Las cocinas son como un gallinero, la gallina es la que da la orden. Hay una jerarquía muy establecida. La cocina se relaciona mucho con el punk rock, con la rebeldía. La cocina desata mucha pasión y sentimientos a la gente”, asegura el chef, sin embargo añade: “El cocinero en la cocina es muy disciplinado”, remarca Oliveira.
Mientras, el chef analiza que lo que nos falta en Chile es el orgullo de trabajar en el servicio. Y piensa que es una buena idea partir con una escuela del área, porque hoy no existe. No obstante, asevera que, en comparación con otros países, la “actitud” es lo que nos pone en desventaja, principalmente con los vecinos.
Finalmente, hace un llamado a volver a la cocina chilena, para que las futuras generaciones tengan un plato nostálgico que les haga añorar la niñez.