Energía limpia y poderosa, acompaña la vida de los magallánicos durante todo el año. Primavera es su estación predilecta, sin embargo, parece ser que en este 2013 el viento no nos dará tregua, amenazando incluso, el corto verano de la región.
Convierte todo en un paisaje variable, nos juega malas pasadas, pero está arraigado en esta tierra. Qué opinan los ciudadanos a pie, ellos que soportan estoicos a este fuerte, frío y persistente viento patagónico.
Las rachas de hasta 140 kilómetros por horas, durante este año, están siendo registradas por un grupo de estudiantes, de cuarto a octavo básico, pequeños climatólogos que entregan los datos a la Dirección Meteorológica de Chile, en una labor que comenzó 14 años atrás.
El viento se convierte en un problema cuando alcanza altas rachas, destruye construcciones, provoca accidentes y arrasa con mucho, a su paso.
Y si el viento está, si es intrínseco de la Patagonia, acaso no debería ser mejor aprovechado. Qué ocurre entonces con la energía eólica. Magallanes podría utilizarla para la tan necesaria calefacción, por ejemplo.
Algunos ya se atrevieron e invirtieron en infraestructura. Una manera de innovar, de encontrar respuestas a sus inquietudes, y sobre todo, una forma de ahorrar.
De una u otra manera, todos en Magallanes tenemos nuestras experiencias con el viento, algunos desde pequeños y con una misión.
Es el que nos trae la basura del otro extremo de la ciudad, el que arranca árboles ancianos, el que echa abaja algún sueño, el que no te deja andar en bicicleta, el que te hace llorar y justo saliste maquillada. Es el insolente amigo del coirón.