Distante a 87 kilómetros de Punta Arenas, en Río Verde sus poco más de 200 habitantes rescatan a diario las tradiciones del campo magallánico.
Aquí no hay centros urbanos, sí muchas estancias ovejeras.
Pero pese a que dedican su vida y energía a las labores campestres, varias son los oficios que han comenzado a desaparecer. Uno de ellos es la curtiembre.
No es un proceso rápido. Requiere paciencia entre el secado de las pieles, el sobado y el pulido del cuero.
Un aprendizaje que permite rescatar eso que en Magallanes sobra, y que fácilmente puede fomentar el emprendimiento.
En sus manos ahora está el futuro de un oficio que se niega a morir en la campo magallánico y que sólo exige paciencia y creatividad.