José Isaías Carvallo (92) vivía solo en una mediagua de Llico, desde el terremoto y tsunami de 2010. el fuego consumió rápidamente su hogar, y amenazó con expandirse a las viviendas vecinas del campamento Nueva Esperanza. Genaro Sáez Hermosilla (93) no logró escapar de las llamas que consumían su casa en la población Eleuterio Ramírez de Curanilahue.