Las consecuencias fueron nulas para las costas del Biobío. Aún así el temor, tras decretarse la alerta de tsunami, movilizó masivamente a la población. Caos en los servicentros, personas que durmieron en albergues, otros que pasaron la noche en los cerros fue parte de lo que se vivió mientras duró la emergencia. El proceso se desarrolló sin mayores problemas y reafirmó que el recuerdo de las destructivas olas del 27/F de 2010 sigue latente.