Manipulador, locuaz y con evidentes rasgos psicopáticos. Es parte del perfil de Hugo Humberto Bustamante Pérez, el presunto asesino de Ámbar Cornejo.
Siendo muy joven, este sujeto quiso llenar un vacío en su vida recorriendo el mundo, y así empezaría su prontuario policial. De hecho, cuando volvió a Chile trajo un delito que había aprendido: Drogar a sus víctimas con algún tipo de bebestible para robarles sus pertenencias.
Estas conductas lo llevaron a la cárcel, siendo sentenciado en 1989 a 10 años de cárcel por reiterados robos y hurtos. En 2005, recibió 27 años de condena aunque sólo cumplió 11 por homicidio simple, tras ese doble asesinato que permitió descubrir sus rasgos.
"LA FRUSTRACIÓN LO HA LLEVADO A UN ODIO, Y EL ODIO A MATAR"
Peritos concuerdan en la absoluta ausencia de emociones en su relato, que es contado como si hubiera sido testigo y no responsable. Justamente, Mauricio Valdivia, doctor en Personalidad y Comportamiento, sostiene que "no hay conexión emocional y ahí aparece justamente uno de los elementos centrales de la psicopatía. Hay una absoluta insensibilidad. Acepta por una parte la responsabilidad, dice 'yo fuí, acá está el cadáver', pero ocupando siempre un lugar distante, un lugar ajeno".
Quien conoce en profunidad a Bustamante es el subprefecto en retiro de la PDI, Hugo Carreño. Él fue el que descubrió los restos de Verónica Vásquez y el hijo de ella al interior de un tambor en 2005. Detalles que vuelve a recordar tras el asesinato de Ámbar: "No tiene remordimiento al cometer estos delitos. Después me miraba y tenía una soltura que a mí me impresionaba también. Esta persona no tenía recursos cognitivos para expresar sus emociones, y lo transforma en una frustración. La frustración lo ha llevado a un odio, y el odio a matar".
De hecho en días recientes, Bustamante se atrevió a invitar a los vecinos a recorrer el patio en busca de Ámbar, en una manipulación que llamó la atención de los expertos. "Está usando a los vecinos para obtener un beneficio", señala Valdivia.
"ES COMO SI EL CABLE DE LA EMOCIÓN SE LE HUBIESE CORTADO"
Este último atributo se mezcla con la locuacidad, casi un arma de defensa ante su extrema preocupación por la apariencia y su baja estatura.
Quienes han seguido sus pasos, apuntan a un hombre que siempre mostró rasgos peligrosos: "Ante la ofuscación, se nubla y agrede a la persona dentro de su ofuscación", Carreño. "El psicópata es como si estuviese completamente desconectado, es como si el cable de la emoción se le hubiese cortado. Entonces son fríos, calculadores", añade el especialista Mauricio Valdivia.
En 2005, tras los asesinatos, el criminal dio una entrevista crucial a Mea Culpa. En la oportunidad, el criminal pensaba sobre la pena de muerte que le hubiese gustado que se le aplicara reconociendo que la enfrentaría "con temor, pero sí".