El próximo sábado 30 de junio será el día más largo del año, y no porque sea el solsticio de verano. El día tendrá 24 horas y un segundo extra debido a la necesidad de ajustar los relojes atómicos que miden el tiempo con el período de rotación de la Tierra, según información del Observatorio Naval de Estados Unidos.
El “desajuste” se produce por los años bisiestos, los que a su vez reajustan el calendario gregoriano de 365 días de 23 horas, 59 minutos y 59 segundos, que generan cuatro horas adicionales que se suman en un día entero (el 29 de febrero) cada cuatro años.
Pero los relojes atómicos inventados por el hombre permitieron una medición del tiempo mucho más precisa y desde 1970 conviven dos escalas de tiempo: el tradicional período de rotación del planeta y el Tiempo Universal Coordinado (UTC).
Ambos sistemas de medición deben sincronizarse cada cierta cantidad de años para que su diferencia no supere los 0,9 segundos. Y eso se hace sumando o quitando un segundo.
El último ajuste horario, en que también se agregó un segundo al tiempo de la Tierra, se hizo el 31 de diciembre de 2008.