Comenzaron a entrenar hace tres años, cuando las niñas de una escuela de Ulán Bator (capital de Mongolia), tenían seis años. Ahora, con nueve, y dejan a cualquiera perplejos con sus ágiles y flexibles movimientos.
Pueden sostenerse en el aire, apoyándose solo con los diente en una barra y con el cuerpo doblado hacia adelante, ya sea con las piernas abajo o arriba. O realizar complejas formas colectivas unas encimas de otras.
"Lloraba cuando al profesora me realizaba los estiramientos, eso me hacía sentir poco valiente", dice una de las alumnas.
La profesora es Urangoo, una contorsionista de 22 años que comenzó a impartir clases cuando una lesión la dejó fuera de las grandes competiciones internacionales a la edad de 12 años.
ATRACTIVO MUNDIAL Y ORGULLO NACIONAL
Hablamos siempre en femenino, porque normalmente son las chicas las que se dedican al arte del contorsionismo. Y concretamente las de Mongolia son altamente demandadas por grandes compañías de teatro y circo a nivel mundial.
Pero este venerado arte es un orgullo para los mongoles. Según su tradición, fue creado en el siglo XIII por el señor de la guerra y héroe nacional Genghis Khan.
"Mi sueño es seguir practicando el contorsionismo, es por ello por lo que he estado aprendiendo tantos años. Es el deseo de la gente de Mongolia mostrar nuestra cultura y arte nacional al resto del mundo, por eso quiero ser la mejor contorsionista del mundo", cuenta otra de las menores.
Una meta ambiciosa y, ojalá, alcanzable.
Con información de Reuters.