En una ceremonia cargada de emoción y recuerdos, Damián Noguera, hijo del fallecido actor Héctor Noguera, dedicó unas sentidas palabras a su padre durante la misa fúnebre, donde familia, amigos, colegas y admiradores se reunieron para despedir al Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile.
A través de fragmentos del libro que escribió sobre las memorias actorales de su padre, Damián compartió recuerdos de su infancia y de los primeros encuentros de Héctor con el teatro, cuando apenas tenía seis años y descubría el poder transformador del escenario.
"Yo estaba atrapado, muy atrapado con un proyecto hace casi un año. No sabía qué hacer, no sabía cómo empezar. Estaba en ese momento de parálisis que muchos de aquí conocemos, 'la página vacía'... es ese terror anterior a empezar algo", recordó Damián.
Al comentarle esto a su padre, él le dijo: "Tu problema es que estás esperando la gran idea y si hay algo que te puedo prometer, es que la gran idea no va a llegar nunca".
"Con toda la admiración que le tenía a sus hijos, me trató de una manera muy cariñosa de ególatra", contó entre las risas de los asistentes.
También recordó lo reflexivo y creativo que era siempre su padre, contando que "mi papá frenaba no cuando el semáforo estaba rojo, sino cuando se le ocurría una idea. La gran idea quizás. Por suerte, manejaba lento, muy, muy lento".
La muerte del perro de Héctor Noguera
Después de mencionar varias anécdotas del actor, Damián reveló que "tres días antes de la muerte de mi papá, también murió el perro de la casa. Un perro que desde siempre lo seguía a todas partes".
"Tenemos en nuestra familia la costumbre muy teatral de nombrar a los perros de la casa como personajes de la vida sueño. Tuvimos un perro llamado Basilio y todavía tenemos un perro llamado Clotaldo", explicó.
Después siguió relatando: "Mi papá estaba ya muy enfermo y cansado. Me miró de pronto con esos ojos azules infinitos que tenía, y con una pena enorme me dijo, 'murió Clarín'. Yo solo la acaricié la frente y recuerdo pensar que ver morir a una persona que uno quiere mucho es empezar a sospechar que nada tiene que ver el dolor con el dolor, y que nada tiene que ver la muerte con la muerte".
"Esa distancia entre una palabra y su sonido, o entre la palabra y su vivencia, es siempre un duelo", cerró.
 
                
                
             
                
                
             
                
                
            