A sus 64 años, Michael J. Fox continúa siendo un símbolo de resiliencia y esperanza. El recordado protagonista de Volver al futuro ha pasado más de la mitad de su vida conviviendo con la enfermedad de Parkinson, una condición degenerativa que provoca movimientos involuntarios, rigidez y pérdida de equilibrio.
El actor fue diagnosticado con Parkinson de inicio temprano en 1991, cuando tenía apenas 29 años, y desde entonces, se ha convertido en una de las figuras más visibles en la lucha contra este trastorno neurológico a través de su fundación y su ejemplo de vida.
En una reciente entrevista con The Sunday Times, Fox reflexionó sobre lo impredecible que es la enfermedad que lo acompaña desde hace más de tres décadas. "No hay una línea de tiempo, no hay una serie de etapas por las que pasas. Es mucho más misterioso y enigmático", explicó.
Aunque conserva gran parte de su energía y sentido del humor, el deterioro físico ha dejado huellas visibles. En los últimos años, el actor ha sufrido múltiples fracturas: se rompió el codo, la mano, ambos hombros y el pómulo, además de varios huesos pequeños que llegaron a infectarse. "Me rompí tantas cosas… en tres años tuve que operarme varias veces. Casi pierdo un dedo", relató.
Estas lesiones, sumadas a la pérdida de movilidad, lo obligaron a dejar atrás pasatiempos que amaba, como tocar la guitarra, y lo llevaron a desarrollar un miedo a caminar solo.
Debido a estas complicaciones y con una honestidad poco común entre las celebridades, Fox admitió que a veces piensa en su propia muerte: "Me gustaría simplemente no despertar un día. Sería genial. No quiero que sea dramático. No quiero tropezar con los muebles y golpearme la cabeza".
Sin embargo, incluso en medio de las dificultades, sigue encontrando propósito en su lucha: "La gente me dice que los hago sentir mejor, que los inspiro a hacer cosas que no harían de otro modo. Eso es muy poderoso. Es una gran responsabilidad. No quiero arruinarlo".