Una intensa polémica protagoniza Lisandra Silva en redes sociales, luego de compartir en su cuenta de Instagram un extenso relato en el que asocia una serie de malestares emocionales y físicos con la presencia de los populares peluches Labubu en su hogar.
"¿Los Labubu me están enfermando? Es sólo una teoría ya que no tengo pruebas ni evidencias", escribió la influencer cubana al pie del video donde detalló su experiencia, abriendo un debate que rápidamente encendió la plataforma.
En su testimonio, aseguró que desde que los muñecos llegaron a su casa comenzó a experimentar una serie de síntomas que incluyeron migrañas intensas, insomnio, pesadillas y pensamientos depresivos.
"Dormía y tenía pesadillas insoportables, siempre soñaba con orgías, que estaba en un pantano o que trabajaba para la mafia", relató, explicando que tales imágenes la perturbaban especialmente porque "no consumo contenido sexual ni violento".
Silva comentó que incluso recurrió a la oración y la meditación en busca de ayuda, sin embargo, su estado emocional empeoró con pensamientos suicidas: "Quería desaparecer de este mundo. El pensamiento comenzó ligero y luego se empezó a poner más fuerte".
En su búsqueda de respuestas, Lisandra comentó que una publicación en redes sociales le "iluminó" el camino. "Leyendo lo que descubrí es que estos Labubu están conectados con Pazuzu, un demonio de la mitología mesopotámica que también fue el que se tomó el alma de la niña de El Exorcista. Eso me hizo mucho click por todos los sueños", aseguró.
La situación la llevó a tomar una drástica decisión: trasladó los muñecos a otra habitación, cerró con llave y, tras ello, afirmó que pudo dormir por primera vez en semanas durante diez horas seguidas. "¿Será que estos monitos serán los que me hacen sentir así? ¿Los regalo? ¿Los entierro? ¿Los quemo? ¿Los boto? ¿Qué hago?", se preguntó.
Si bien la influencer aclaró que no tiene pruebas concluyentes y que sólo comparte su experiencia "desde la curiosidad", sus palabras provocaron reacciones divididas. Mientras algunos usuarios empatizaron con su estado emocional, otros criticaron duramente la asociación entre objetos inanimados y cuadros de salud mental.