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El toque Lollapalooza

Cuando miles están dispuestos a agotar una pre-venta en menos de tres minutos sin saber los artistas que estarán en el festival, es que algo hay. Acá nos adentramos en el ADN del evento que está validando la cultura musical de los chilenos.

Sebastian Marchant

Viernes 8 de marzo de 2013

 

POR ROMMEL PIÑA

Ha sido considerado por Pollstar como uno mejores festivales del año y en México creen que es uno de los eventos que un viajero no se puede perder este 2013. Además, una encuesta realizada por Emol –en enero pasado- reveló que los chilenos consideraban que había sido el mejor festival de la temporada 2012, por su calidad de artistas, servicios y accesos. Lollapalooza, en menos de tres años, transformó la manera de hacer conciertos en Chile. Y, de paso, se convirtió en un exitazo que agota entradas en pre-venta y atrae a un séquito de extranjeros que viaja miles de kilómetros sólo para vivir esta experiencia.

En esta ocasión, Lollapalooza se guardó algunos cambios para el 6 y 7 de abril. “Ahora viene mucha gente de Estados Unidos para trabajar en distintas áreas y hacernos coaching en varias partes, como seguridad, producción y prensa. Además, los escenarios estarán dispuestos distintos para mejor uso del espacio y el pasto esté bien disponible para el público. Queremos darle una mejor experiencia a la gente y es primera vez que tenemos un año para preparar los conciertos. Por lo mismo, hay varios cambios a nivel de organización. De hecho, viene el director audiovisual de Coachella y Lollapalooza Chicago para hacerse cargo del streaming del evento”, anuncia Max del Río, productor ejecutivo de Lollapalooza Chile y gerente de Lotus Producciones.

Esa experiencia, para muchos, es la gran diferencia entre lo que sucede en el Parque O’Higgins y otros eventos musicales como Maquinaria, Primavera Fauna, Metal Fest o el mismo Festival de Viña. “Chile, en cuestión de música popular, es más que los festivales convencionales y la idea de Lollapalooza es eso: abrir un espacio a ese talento alternativo en los muchos géneros del rock, en el heavy metal, punk rock, hip hop y hasta el dance. El sur tiene mucho de eso. Chile es una meca de talentos. Tengo excelentes memorias de mis tiempos iniciando la señal de MTV Latinoamérica allá y desde entonces creo que es mucho lo que hay que ver y no hay otro escenario con mayor fortaleza y soporte que Lollapalooza”, explica el colombiano Beto Giraldo, quien se ha desempeñado como Manager Communications de MTV Networks y Manager del International Miami Festival.

En sus primeras dos versiones, el evento creado por Perry Ferrell ha reunido cerca de 300 mil personas y, en el año 2011, sus entradas en verde se agotaron en 20 minutos. En tanto, en agosto del año pasado, el público colapsó el sitio en tres minutos y la pre-venta debió ser suspendida. 

“Pienso que agotar en verde es una perfecta validación de la cultura musical de los chilenos”, agrega Giraldo. “La juventud está ansiosa por ver en vivo a sus ídolos, los que escuchan y ven a través de la internet, los mismos que los han educado sobre las nuevas tendencias y géneros. Honestamente, ¿quién no quiere saborear en vivo lo mejor de la música del mundo? Con esto a su vez, le dan un mensaje a los empresarios chilenos, que a veces piensan que sólo la música folclórica es la que llena estadios”.

Consolidado como marca, Lollapalooza ahora muestra un cartel granado por el grunge, el rock, la sicodelia y diversos estilos que convergen en sus seis escenarios, donde –por ejemplo- Pearl Jam, The Hives, The Black Keys, Franz Ferdinand, Gepe y la Banda Conmoción han confirmado presencia.

“Lollapalooza es una plataforma, es un escenario que te permite saltar a otro, en donde puedes ver desde un grande hasta una banda que quiere mostrar su música con mejores proyecciones, como nosotros, y donde siempre tienes la idea de que están pasando cosas que no estás viendo”, dice Daniel Flores, de la Banda Conmoción. “Eso hace que Lollapalooza sea especial, distinto, que la gente lo valore, que tenga personalidad propia. Y que los artistas también queramos estar y esperar ser invitados”.